Maceo y Che: dos hombres imprescindibles

Maceo y Che: dos hombres imprescindibles

Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna (Che) pertenecen a esa estirpe de hombres que impulsan y engrandecen, por sí solos, la historia de los pueblos.

Nacidos el 14 de junio, más allá de la coincidencia de la fecha y distantes en el tiempo (83 años), a ambos los identifica la comunidad de principios revolucionarios, el modo abnegado y ejemplar con que supieron asumir -y ejercieron- el “difícil oficio de hombre” de que hablara José Martí.

En dos etapas clave de la historia cubana, cuando se emprendía  -machete y fusil en mano-, el camino por la conquista de la independencia, tanto a uno como al otro le correspondió la honrosa y riesgosa tarea de llevar la guerra de Oriente a Occidente del país. En cumplimiento de tan alta misión pusieron de relieve sus innegables dotes de estrategas, sus elevadas capacidades como jefes, sus méritos y sus virtudes de combatientes.

Porque Maceo y Che representaron, en dos momentos culminantes de las luchas por la emancipación de la Patria y de Latinoamérica, un mismo espíritu de combate frente al enemigo, una misma voluntad de llevar hasta su término la Revolución. Una frase del Titán de Bronce también pudiera definir al Guerrillero Heroico: “A los hombres de mi temple no les arredra ninguna situación, por difícil que sea”.

Tuvieron que actuar en escenarios y momentos históricos distintos, más su comportamiento ético y moral ante problemas comunes como la opresión, la injusticia, la falta de libertad, la indisciplina, la infidelidad a los principios y a la patria hace que estén indisolublemente unidos. Ambos renunciaron a cualquier beneficio personal o para su familia por un bien mayor: la libertad de Cuba y de otras tierras.

En la manigua, Maceo y Carlos Manuel de Céspedes editaron El Cubano Libre, periódico que después el Che reeditaría en la gesta de la Sierra Maestra…

Dueños de una inteligencia clara y precisa, Maceo y Che se distinguieron no sólo por su genio militar sino también por la agudeza de su visión política, que les permitió comprender e interpretar su entorno social e histórico, de ahí que ambos alertaran sobre el peligro que entrañaba la cercanía e intencionalidad de los Estados Unidos, y estuvieron siempre prestos a impedir, al precio que fuese necesario, cualquier intento de agresión o provocación por parte de los vecinos del Norte.

Por eso no resulta extraño que el Che se identificara tanto con aquella figura de leyenda, con el ser y el quehacer del General Antonio. Nada más natural entonces que, al valorar la valiente actitud de los cubanos durante la Crisis de Octubre en 1962, expresara su profundo sentimiento de admiración y respeto hacia el extraordinario jefe mambí: “Todo nuestro pueblo fue un Maceo”.

En ocasión de conmemorarse ahora el aniversario 95 de su natalicio, emociona recordar que el 14 de junio de 1967 el Che combatía en la selva boliviana en medio de una situación adversa de su guerrilla, con escasos hombres y falta de apoyo de los campesinos desde el punto de vista logístico y humano para continuar la lucha, así como la carencia casi total de alimentos y medicinas, solo aliviada por las incursiones que ocasionalmente podían hacer a las estancias (conocidas como chacos en esa tierra sudamericana) para conseguir viandas y otros suministros.

Ese día en el que arribaba a sus 39 años, inició los apuntes de su diario recordando que su pequeña hija Celia cumpliría en esa propia fecha sus cuatro añitos y seguidamente describía la situación de la guerrilla internacionalista en esos momentos:

“Pasamos el día en la aguada fría, al lado del fuego, esperando noticias de Miguel y Urbano que eran los chaqueadores. El plazo para moverse era hasta las 15 horas, pero Urbano llegó pasada esa hora a avisar que se había llegado a un arroyo y que se veían piquetes, por lo que creía que podría llegar al Río Grande. Nos quedamos en el lugar comiéndonos el último potaje, no queda más que una ración de maní y tres de mote. He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy ꞋenteroꞋ”.

La valía y urgencia de su ejemplo, siempre imprescindible, hoy se agigantan. Él continúa siendo un aglutinador de nuestro pueblo, en momentos en que la máxima dirección del país ha llamado a enfrentar con resolución y firmeza las adversidades, a superarse, empeñarse, esforzarse y repasar cómo llevar adelante Cuba en estas condiciones, con la convicción de la victoria.

Ana Rosa Perdomo Sangermés