Miradas a la televisión en el verano

Durante el verano la TV es el medio de comunicación audiovisual que suscita más opiniones, pedidos, añoranzas e insatisfacciones. Es difícil abarcar la familiaridad generada por la llamada pequeña pantalla donde nunca deben faltar buenas ideas, recursos y entretenimiento. Pero, ¿estas “necesidades” se cubren dando cumplimiento a la concreción de la calidad estética en determinados espacios, canales y horarios?
Abrimos el segmento para reflexionar juntos sobre la experiencia de ser televidente en el siglo veintiuno. El desarrollo tecnológico instaura nuevos discursos dominantes. De ningún modo imperan siempre la cultura y la comunicación como conceptos claves en el complejo universo contemporáneo saturado de hibridaciones, diferentes formas de ver e interpretar.
Transcurrió julio en la televisión cubana y, al parecer, los telefilmes estrenados por Cubavisión, cada sábado, a las 2:00 p.m., en la revista Una calle, mil caminos continúan generando preguntas, reflexiones, incluso estados de ánimo en audiencias diversas. Contenidos inspirados en duras realidades activan el imaginario popular.
Justamente, esa mirada incisiva, quizás descubridora de lo que existe y nunca vemos es el mayor acierto de puestas concebidas por realizadores jóvenes y consagrados. Ninguna se parece a otra en cuanto a dramaturgia, tempo, reparto, concepción escénica. Es preciso verlos sin prejuicios ni silencios. Sí, verlos en la dimensión del amplio concepto, este implica visualidad, dramaturgia, diálogos, tratamientos de la dirección de fotografía, del nivel actoral; en fin, de todo lo concerniente a una narrativa audiovisual generadora de contenidos nada complacientes.
De ningún modo pretendemos abarca un universo tan amplio, complejo y dinámico. Solo, apenas, meditar sobre espacios que pueden seducir, pero no son inocentes. Algunos portan violencias, efectos especiales o relatos ligeros y aseguran el consumo fácilmente digerible. Los seriados extranjeros tienen en sí esas cargas de sentido. Por esto, cada espectador o espectadora debe ser consciente de señales, códigos, alertas y urgencias. Todas las pasiones no tienen la misma temporalidad. Es una verdad dramatúrgica revelada por la puesta turca Secretos de familia. Lo esencial en ella no son los secretos, sino cómo se configuran acciones al concebir una mediación compleja de instancias comunicativas y proposiciones al televidente durante los procesos de mirar, saber, apasionarse, disgustarse que están inscritos en las formas de los textos icónicos y lingüísticos. Pensemos en esto.