Mirta Aguirre. Un crisol multifacético y comprometido

Mirta Aguirre. Un crisol multifacético y comprometido
Foto: Cubaliteraria

Corría el 18 de octubre de 1912 cuando La Habana atestigua el arribo al mundo de Mirta Aguirre Carreras. La abogada, poeta, ensayista, periodista y militante política cubana desarrolló de forma admirable la actividad política y la creación literaria.

Integró la Alianza Femenina de Cuba, la Liga Antimperialista, la Liga Juvenil Comunista, el Partido Comunista de Cuba (PCC), el Comité Pro-Mella (encargado de custodiar las cenizas del líder estudiantil y traerlas a Cuba), el Partido Socialista Popular (PSP), la Federación Democrática de Mujeres Cubanas y la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo.

También fue parte del Frente Nacional Antifascista, de la Sociedad de Amigos de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) y del Movimiento por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, entre otras organizaciones.

Graduada de Derecho Civil en 1941, encabezó la sección de cine, teatro y televisión del periódico Hoy en dos períodos (1944-1953 y 1959-1960) en los cuales escribió una profusa cantidad de artículos y desde 1953, lideró la Comisión para el Trabajo Intelectual del PSP junto a figuras de la talla de Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez.

Tras el 1ro. de enero de 1959 fue nombrada asesora de publicaciones del Consejo Nacional de Cultura, participó en la fundación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), dirigió la Sección de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura y colaboró con la Editorial Política del PCC.

Desde 1962 se desempeñó como jefa del Departamento de Lengua Española y Literaturas Hispánicas en la Universidad de La Habana, en la cual no solo formó a personalidades decisivas en el desarrollo de la cultura nacional, sino también ganó la admiración y respeto de coetáneos como Roberto Fernández Retamar, Vicentina Antuña, Camila Henríquez Ureña, Beatriz Maggi y José Antonio Portuondo. De igual forma, dirigió el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba.

Foto: La Jiribilla

Bohemia, La Palabra, Fundamentos, Cuba Socialista, Mediodía, Lyceum de La Habana, La Última Hora, Cuadernos de Arte y Ciencia, Nuestro Tiempo y Casa de las Américas se encuentran entre las publicaciones con las cuales colaboró Mirta Aguirre durante su prolífica vida.

Obras como Influencia de la mujer en Iberoamérica (1947), Un hombre a través de su obra (1948) y Del encausto a la sangre. Sor Juana Inés de la Cruz (1974) fueron merecedoras de galardones.

Entre sus trabajos se recuerdan también Recuerdos de Mella (1937), el poemario Presencia Interior (1938), Palabras en Juan Cristóbal (1940), Clara Zetkin (1941), Un hombre a través de su obra: Miguel de Cervantes Saavedra (1948), La Edad de Oro y las ideas martianas sobre educación infantil (1963), Canción antigua a Che Guevara (1970), La obra narrativa de Cervantes (1971), el estudio introductorio a la edición de El Quijote por el Instituto Cubano del Libro en 1972, El romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo (1973), Juego y otros poemas (1974), La lírica castellana hasta los Siglos de Oro (1977) y Ayer de hoy (1980).

Por su parte, Estudios literarios (1981), Un poeta y un continente (1982) y Poesía (2008) conforman las ediciones póstumas tras el deceso de la escritora el 8 de agosto de 1980.

Las primeras impresiones cuentan, y mucho. En el caso de Mirta Aguirre, sin embargo, suelen abrigar un desatino imperdonable para con su vida y legado: el considerar que su rectitud, talante y forma de ser eran unívocas, que su defensa no dogmática del realismo socialista o su actitud política empañaron su poesía o que su entrega y dedicación, sumado a lo anterior, negaban la creatividad y la innovación.

Como destacó una de sus alumnas, la profesora y ensayista Denia García Ronda: “Si uno lee la poesía de Mirta, te das cuenta de que no es una mujer de armadura solamente, sino que ahí hay terciopelo, y creo que se le ha maltratado en ese sentido, pues muchas personas piensan más en la armadura que en el terciopelo.”

Si sus contribuciones aun necesitan de nuevas relecturas y de una visión desprejuiciada y crítica frente a los “ismos”, tampoco sería necesario descartar la excelencia de su prosa. Los ensayos, signados por la poesía, heredan rasgos del barroco literario hispánico. En palabras del crítico Frank Padrón:

“Tampoco esos aspectos se encuentran de modo ornamental, sino vigorizando la expresión, conformando el estilo, persiguiendo —y atrapando— esencias. Porque su barroquismo enfatiza, mediante tales recursos, lo que quiere decir; no necesita, como los del siglo “sutilezas” que los protejan, ni capotes para torear inquisiciones ni contrarreformas.

Foto: Cubaliteraria

“A pesar de la abundante carga poética de su prosa ensayística, no estamos ante una crítica impresionista, como tampoco siempre es esta rigurosamente técnica. Muy lúcida sí, dialéctica, audaz también. Y siempre, honesta, profunda, documentada y hermosa.”

Junto con ello, los juicios de valor pecarían de frivolidad si no se desentienden de las primeras impresiones para adentrarse en un contenido denso y significativo con una comprensión cabal de la magnitud de esta intelectual. El olvido, por ende, no es divisa para replantear una herencia signada por el compromiso.

“Como todo ser humano que se respete, defendió con honradez y pasión lo que honradamente estimó que debía defender (…) Pero a ella no, a ella no debemos olvidarla, y menos aun acostumbrarnos a ese olvido. Entendamos bien: nada hay que pasar por alto, ni sus errores —lo que sería asumir la soberbia del perdonavidas—, y menos aun sus contribuciones, tan sólidas. Como en otros casos donde se filtre la injusticia, olvidarla sería un modo seguro de empobrecernos”, afirmó el escritor y profesor Luis Toledo Sande.

Mirta Aguirre es más que su biografía y sus escritos. En sus Apuntes sobre la naturaleza del arte nos reafirma su posición con respecto a la creación y las posturas asumidas en torno al hecho artístico.

“El dogmatismo es tan enemigo del arte como de la ciencia. La verdad es multiforme y multiformes son los procedimientos que permiten encontrarla. Y como por una parte nunca se la tiene del todo, y como, por otra parte, es forzoso proseguir buscándola perpetuamente, no deja de ser gnoseológicamente peligroso considerar lícito el viaje hacia ella solo por los caminos trillados”.

La cita, de necesaria actualidad, evidencia el ingenio del crisol multifacético desarrollado por su autora.

Lázaro Hernández Rey