Otro acercamiento a la telenovela El derecho de soñar

Otro acercamiento a la telenovela El derecho de soñar
Foto: Escambray

¿Por qué continúa siendo el personaje de María Valero un nexo entre el pasado y el presente en la telenovela El derecho de soñar?

Al parecer, los creadores de la puesta con guion de Ángel Luis Martínez y Alberto Luberta Martínez, director general de la puesta, junto a otro experimentado artista, Ernesto Fiallo, hacen énfasis en un misterio, en un secreto, el cual será revelado o no durante el transcurso de la trama de 59 capítulos.

Las emisiones de lunes, miércoles y viernes, por al Canal Cubavisión, a las 9:15 de la noche, mantienen atentos a espectadores de varias generaciones.

Pensemos: son recursos de un género dramático que tiene muy bien definidos sus preceptos.

De estos también forma parte la reivindicación de la familia como estructura necesaria para la formación y la socialización de los individuos.

Cuando todos los misterios se despejan, el espectador está en condiciones de enjuiciar a cada personaje, de justificarlo o condenarlo de acuerdo con sus sistemas de valores.

El desafío de realizar hoy una telenovela que satisfaga a las mayorías teniendo referencias en el siglo pasado responde a concepciones que no varían.

La telenovela es un discurso fragmentado, mantiene elipsis de situaciones, escenas de retrospectivas, cortes y retornos a conflictos relegados en un segundo plano. Pero, sin duda, es un discurso verosímil, pues, ante todo, utiliza la analogía entre emociones perdurables, inherentes a la condición humana.

Quien la ve, en ocasiones reconoce: “yo siento lo mismo que ese personaje” o “yo sé lo que es pasar por eso”.

La telenovela tiene su propio modo de narrar. Se nutre tanto de la repetición y del suspenso. No escapa a estos requerimientos El derecho de soñar. Pueden satisfacer o no, pero responden a características de la narración popular y al modo de comunicación establecido en el género telenovelesco.

Reflexionemos: en cada capítulo se narra, pero también se hacen escuchar las emociones recreando argumentos mediante los mitos de siempre.

Por su parte, Félix B. Caignet reconoció en su tiempo el valor de la oralidad y de las matrices populares en la elaboración de sus puestas radiales. Y dicha condición es una especie de condimento de la telenovela.

Las fuerzas de los sentimientos y de la ética tan caras al género, provienen del romanticismo del siglo diecinueve y su forma editorial: la novela por entregas, donde hay referencias cultas a escritores valiosos, entre ellos, Dickens y Balzac.

Todo ese acervo se lleva a la contemporaneidad en El derecho de soñar que remite a personalidades de ayer y de hoy en la centenaria Radio Cubana.

Sahily Tabares Hernández

Dra. en Ciencias sobre Arte, periodista cultural y profesora‍ de la Universidad de La Habana.