Para pintar la eternidad con paisajes de colores: adiós a Crispín Sarrá

Para pintar la eternidad con paisajes de colores: adiós a Crispín Sarrá

A sus casi 60 años, el 9 de mayo pasado, cerró los ojos para siempre el artista visual cubano Roberto Campos Bermúdez, más conocido por su seudónimo: Crispín Sarrá.

Deja una hermosa familia de tres hijos bien formados: una maestra, una bióloga y un futuro médico; y cinco bellos nietos, entre ellos: la más pequeña, recién nacida. Su esposa, la doctora Lídice Verdecia, especialista en Medicina Natural y Tradicional del Hospital gineco-obstétrico Ramón González Coro, no halla consuelo ante la pérdida de su compañero de vida, quien sembró de amor y aventuras la historia común de ambos, desde su juventud y por varias décadas.

De la colección Flores de Bach para el adulto mayor

Graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte, en la especialidad de Teatro, y luego Licenciado en Historia del Arte, por la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Crispín se dedicó al cultivo del arte naif, una pintura aparentemente intuitiva o primitiva, pero que se valía de recursos plásticos disímiles para expresar sueños, preocupaciones, criterios, a través de la presentación de cada matiz, preferentemente puro y la pincelada vivaz; de la textura pastosa de la materia empleada antes que el dibujo de línea perfilada; de la plasmación total de una creatividad pseudoinfantil con el fin de lograr metáforas pletóricas de humor, ironía, gracia o sorpresa.

La Patria en brazos del Apóstol

En su apretada vivienda dio cabida por mucho tiempo a su proyecto educativo sabatino, en el que asistían aprendices -a partir de cuatro años de edad y que sintieran motivación y apego por las artes plásticas- a conocer no sólo de combinaciones de colores y trazos, sino de historia de Cuba, que ofrecía el profesor a través de su vasto conocimiento de la figura y la obra literaria de José Martí. Resulta que, muy chico, alejado por tiempo prolongado de su hogar, buscó refugio en el libro La Edad de Oro, que encontró en la biblioteca del centro escolar, donde permanecía becado. El texto se convirtió entonces en su guía espiritual, y encontró en la voz paternal del Maestro que hablaba desde sus páginas, el ejemplo moral y humano a seguir. Fue así que bautizó su taller con el título del volumen martiano, que dejó una huella tan profunda en su infancia y para toda la vida.

Múltiples exposiciones en muy diferentes espacios, salones y galerías de la capital cubana se recuerdan en la trayectoria artística de Crispín Sarrá, así como en bibliotecas, emisoras de radio y vestíbulos de hospitales, escuelas, cines, teatros y editoriales. La Fragua Martiana, una de sus sedes más frecuentes, ha realizado el primer homenaje póstumo a su figura con una muestra de dieciséis obras del autor. 

De su presencia en el extranjero, destacan localidades de Francia, España, Inglaterra, Italia, Bélgica, Canadá, Colombia, México, Venezuela, Uruguay, Jamaica y Argentina, donde se ha expuesto y comercializado su trabajo; algunas veces de manera personal, otras colectiva, e incluso acompañado de su alumnado que, en igualdad de condiciones, ha participado de la cordial recepción y de los resultados positivos de cada evento.

En nuestra emisora Radio Enciclopedia fue acogido con la misma alegría que transmite su colorida paleta y sus asombrosas composiciones que no se limitan a un lienzo cuadrado y plano, sino que incorporan toda clase de artefactos: llaves de agua, bandejas de aluminio, guitarras, guayaberas, zapatos, relojes, tabacos… porque todo objeto puede ser soporte para la creatividad del artista, siempre con un significado distinto y sorprendente. No sólo cultivó el tema del paisaje marino o campestre nacional y la historia cubana, sino el erotismo, la música, las distintas religiones locales y la medicina, en específico, la homeopática, con aportes reconocidos en España.

Todas las personas que le conocieron y le agradecen su arte saben que, más allá de su ausencia definitiva, en el rincón más insospechado encontraremos siempre alguna huella crispiniana llena de admirables y contrastantes mezclas de color, que nos sorprendan adornando un paisaje maravilloso lleno de fantasía, como fue su vida. Hasta siempre, amigo Crispín Sarrá.

Primavera

Fotos de Alina Iglesias Regueyra

Alina Iglesias Regueyra