Premios Anuales de Reconocimiento y de Composición de la Asociación de Músicos de la Uneac

Premios Anuales de Reconocimiento y de Composición de la Asociación de Músicos de la Uneac
Reconocimiento para el maestro José María Vitier Foto. Prensa Uneac

La Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), entregó su Premio Anual de Reconocimiento por la obra de toda la vida a dos íconos de la música cubana: el compositor y pianista José María Vitier, así como el violinista Rafael Lay Bravo, director de la Orquesta Aragón.

Como dijo el maestro Juan Piñera sobre el autor de En silencio ha tenido que ser: «Hoy, a quien rendimos honores, pertenece a la prístina continuidad de aquellos que nacen y saben de tradiciones en las confluencias de lo cotidiano e inmarcesible: la familia».

Para José María Vitier, sus 70 años se componen de aprendizajes continuos. Desde las influencias de sus padres Cintio Vitier y Fina García Marruz, hasta la pasión musical compartida con su hermano Sergio Vitier.

«Mi primera maestra, la del barrio, y todos los maestros que he tenido después, incluido José Loyola, me enseñaron a amar la música. No solo había que aprender de música, sino relacionarla con el resto de la cultura, con el resto de la vida», expresó.

Foto: Prensa Uneac

En la sala Rubén Martínez Villena se destacó la obra de ambos maestros, en la que convergen los árboles familiares, la sensibilidad artística y una conexión con los sonidos de la nación caribeña.

«En el empeño de perpetuar la herencia, Rafaelito Lay, como cariñosamente se le conoce en el gremio, ha elaborado métodos cruciales para desarrollar aptitudes que garanticen el relevo de los integrantes en cada generación, del mismo modo en que ha logrado un equilibrio entre la preservación del repertorio antológico y la puesta en marcha de nuevas propuestas de temas sumamente necesarios para la evolución de la orquesta», así decía el acta del Reconocimiento Anual, leída por el director de los Van Van, Samuel Formell. 

Para Lay Bravo, la música es como una bandera de Cuba. Los artistas encuentran tierra fértil en este país para hacer germinar su talento, de la misma manera que crecen las flores o los árboles en este.

Durante la jornada, que coincidió con el aniversario 76 del nacimiento de Sergio Vitier, se anunciaron, además, los resultados del Concurso de Composición Harold Gramatges.

Foto: Prensa Uneac

Los primeros y terceros premios fueron otorgados a dos estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ENA): Joel Jesús Díaz por El triunfo de la luz, para piano y Dos aspectos del diálogo para flauta, y a Paula Piñero Benítez por Paradissus para quinteto de flauta,así como Acuarela para un trigal y Nebulosa jade, calma. Ambos resaltaron por sus piezas de música de cámara con una visión hacia el futuro.

«Fue una ilusión poder participar. Estoy muy contenta de estas piezas en las que he trabajado desde el año pasado hayan sido premiadas. Ambas se basan en las obras de un pintor filipino-español, Fernando Zóbel. Me parece importante que la música también tribute a otras artes, esta debe ser más que solo sonido», afirmó la joven Paula Piñero.

El jurado estuvo presidido por José Loyola e integrado por Juan Piñera y Jorge Denis Molina. Los profesores confirieron el segundo premio al guitarrista Erig Rebull Fundora por Cuatro momentos apresurados y Un encuentro para dos guitarras. Las composiciones convencieron por su desenfado coherente y disfrutable. Finalmente, la obra Encerrado de Hugo Gerardo Valdés mereció la mención.

Al encuentro asistieron la presidenta de la Uneac, Marta Bonet y la presidenta del Instituto Cubano de la Música, Indira Fajardo.

Artistas consagrados y jóvenes disfrutaron un espacio donde se interpretaron temas clásicos y las composiciones ganadoras de los estudiantes de la Escuela Nacional de Arte, un acercamiento a la música cubana que se nutre de la tradición y la experimentación. Autor: Lisandra Ronquillo Urgellés / Prensa Uneac

Redacción Radio Enciclopedia