Protejámonos del calor

Protejámonos del calor

Aunque en Cuba, por su geografía insular, no se espera que ocurra una ola de calor, en estos meses del verano aumenta la temperatura atmosférica, reforzada por la presencia del fenómeno ambiental conocido como “el niño” que eleva la temperatura del mar.

También debe tenerse en cuenta que los meses de julio y agosto son los más empleados para la realización de actividades al aire libre, especialmente en la playa, y es importante recordar la necesidad de protegerse del calor para preservar la salud.

En la playa hay que tener en cuenta que el efecto de los rayos del sol aumenta, al sumarse los que llegan directamente desde el astro rey con los que refleja la arena.

La exposición directa al sol tiene un efecto doblemente perjudicial, por la incidencia de los rayos infrarrojos y ultravioletas, invisibles al ojo humano, pero dañinos para el cuerpo cuando se reciben en exceso. Por tanto, en la playa o en el campo, se recomienda usar lociones protectoras.

Si sale a la calle es recomendable la utilización de sombreros y sombrillas; ropa holgada, de tela ligera, si es posible de fibras naturales y preferiblemente de colores claros.

Otra sugerencia es mantenerse hidratado. En casa beba abundante agua, se recomienda, al menos, tres litros al día. Si sale,  no deje de llevar consigo un pomo con agua. No recomendamos bebidas dulces, porque provocan sed y pueden descomponerse por la acción del calor.

La Organización Mundial de la Salud recomienda evitar el consumo de alcohol y bebidas con cafeína o muy azucaradas.Reducir la actividad física intensa o prolongada en las horas más calurosas del día, y descansar con frecuencia a la sombra o en lugares frescos y ventilar las habitaciones.

Se debe prestar especial atención a las personas más vulnerables al calor, como los niños, ancianos, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónicas o discapacidad y trabajadores expuestos al sol o al calor. Especial cuidado deben tener quienes padecen de hipertensión arterial o afecciones cardiovasculares.

En caso de presentar cualquier síntoma que pueda asociarse al calor, como mareos, náuseas, dolor de cabeza, fiebre, calambres musculares, sudoración excesiva o enrojecimiento de la piel, acudir de manera inmediata al médico.

Si no es posible esta opción, mantener a la persona afectada en la sombra, sentada y con la cabeza en alto, suministrándole agua, que debe beber a sorbos pequeños y algo espaciados.

En lo posible se le debe aflojar el vestuario y aplicar compresas de agua fresca en la frente, la nuca, las axilas y las ingles. Estas medidas no excluyen la asistencia a los servicios de salud, en cuanto se pueda, pues el calor excesivo y la insolación pueden provocar efectos no inmediatos.

Gilberto González García