Raquel Revuelta, la tenacidad del compromiso

Raquel Revuelta, la tenacidad del compromiso
Foto: Cubasí

“(…) el papel del actor no termina cuando cae el telón, ya que está obligado a ser en la vida un investigador y un transmisor de lo bello”, afirmó el actor y director Konstantin Stanislavski.

Su famoso sistema de creación escénica inspiró a disímiles actores que, tanto en las tablas como en el cine, ofrecieron grandes muestras de cuán alto se puede llegar con ese modelo.

Raquel Revuelta fue uno de esos ejemplos. Nació en un seno familiar humilde entregado a las artes y con once años inauguró su carrera en la Escala de la Fama y la Corte Suprema del Arte.

La investigación y la transmisión de lo bello permitieron que, más allá de su presencia física y sus dotes actorales, quedaran inmortalizados varios de sus personajes. Lucía y Doña Bárbara marcaron sendos precedentes, a los cuales se sumaron otras interpretaciones en Lady Macbeth, la Dama de las Camelias, Ariadna del Lago, Madre Coraje y Santa Juana de América, entre otros.

En palabras del periodista Jorge Rivas: “La excelsa dama del teatro cubano trascendió como brillante actriz de carácter. Asumía de tal modo sus personajes que, más que interpretarlos, los vivía en carne propia, los amaba y los sufría”.

Junto a un grupo de actores fundó Teatro Estudio en 1958, el cual sería uno de los eslabones más importantes y decisivos en el desarrollo y la modernización del teatro cubano. Raquel lo dirigió hasta su partida física de forma constante y buscando renovar las formas.

Allí desplegó su interpretación del método de Stanislavski y asentó las bases de una habilidad extendida al magisterio, pues se desempeñó como decana del Instituto Superior de Arte (ISA), recibió la distinción de Doctora Honoris Causa en Artes por esa entidad y asumió la facultad de Artes Escénicas de dicho centro.

También fue presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) y de la filial nacional del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit-Cuba).

Raquel se imponía con laboriosidad y maestría, tanto por su pericia declamando como por su atención y mimo a la interpretación en el teatro, la radio, el cine y la televisión. Nunca fue ajena a las dificultades de su tiempo. Formó parte de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y comulgó con las ideas de la intelectualidad progresista de entonces.

Previo al 1ro. de enero de 1959, su fama y reconocimiento le ayudaron a colaborar con los grupos insurreccionales. Apoyó al Movimiento 26 de Julio e intervino para sacar a su hermano Vicente de la cárcel en una ocasión.

Esther Suárez Durán, reconocida teatróloga, ensayista, investigadora y dramaturga refirió el trabajo de Revuelta ante la constitución del Consejo Nacional de Artes Escénicas (CNAE), así como los reajustes, contradicciones y cambios suscitados a raíz de ello, en particular cuando ocupó el cargo de dirección siendo una artista, lo cual no era común para la época.

Quien ya había enfrentado diversos avatares en la vida, también auxilió a varios colegas durante el quinquenio gris y asumió la reorganización de Teatro Estudio, sin perder su esencia.

Como refiere Suárez Durán : “Tras un período de ajuste y conciliación con las demandas de las nuevas circunstancias fue apareciendo un mapa teatral distinto. Algunas agrupaciones anteriores desaparecieron; otras, paulatinamente, se extinguieron, otras se mantuvieron un tanto renovadas, y emergieron unas cuantas nuevas y pujantes, algunas de las cuales han llegado hasta hoy”.

Sobre su partida refiere la investigadora: “Quizás porque había tenido que frecuentar el medio burgués de los cincuenta, tal vez por fidelidad a su origen humildísimo, Raquel era ajena a toda frivolidad y ello llegaba hasta el cuidado de su salud, de su bienestar, a lo cual se sumaban agotadoras jornadas de trabajo donde apenas existía vida personal”.

La firmeza y dedicación de la actriz complementan las opiniones de quienes la conocieron más de cerca. “Ante ella, tengo como una eterna perplejidad; es el único rostro de perpetuo enigma (…) para mí es una personalidad que sugestiona (…), trabajar con ella es un acto de suplicio y veneración al mismo tiempo”, expresó el director Humberto Solás.

Quien vino al mundo un día como hoy, hace 98 años, no fue duda, sino certeza, fuerza y vitalidad redimidas. Casos como el suyo no son frecuentes, pero subsisten… e inspiran.

Lázaro Hernández Rey