Relevancia del maestro Harold Gramatges en la cultura de Cuba y del mundo
El pueblo de Cuba es musical. Nombres significativos de compositores e intérpretes nutren el acervo de las mayorías. Lamentablemente, algunos no se evocan con la frecuencia merecida.
Nos detendremos en uno de esos valores imprescindibles, el maestro Harold Gramatges.
Su legado valida la relevancia de un intelectual culto, docente riguroso, hombre de pensamiento.
Compositor y director de orquesta, oriundo de Santiago de Cuba, se distinguió por su espíritu fundacional y aportó un repertorio que incluye diversidad de géneros y músicas escritas para instrumentos, formatos y medios de comunicación audiovisual.
Las contribuciones sonoras a filmes y documentales forman parte del patrimonio de la nación. Imposible olvidar su música destinada al cortometraje Los tiempos del joven Martí y al filme Historias de la Revolución.
Apenas se recuerda que en 1996 recibió el Premio Iberoamericano de la Música Tomás Luis de Victoria. Creado para otorgar en vida el más alto reconocimiento público a un compositor nacido en la comunidad iberoamericana por su contribución al engrandecimiento de la cultura musical de nuestros pueblos.
Al revisar testimonios exclusivos que ahora evocamos emociona su alerta. Gramatges nos expresó: “El músico que solo de música sabe es incompleto. Tiene que ser culto. Estudiar en profundidad todas las disciplinas sin límites de contenidos, géneros, tendencias y estilos. Por su puesto, es una labor compleja. También han de ser ricos y diversos los aportes de compositores e intérpretes a la música y al arte”.
Al pensar que lo sabemos todo regresamos a la nada, al desconocimiento.
Aprender del notable maestro es una exigencia de este y de todos los tiempos que debe estimular el pensamiento crítico al estudiar sus obras y contribuciones.

