Rindió Raúl tributo a Fidel, su hermano de «hasta la victoria siempre»
Este 25 de noviembre, cuando se cumplen seis años de la partida del Comandante en Jefe, su hermano entrañable, el General de Ejército Raúl Castro Ruz fue el primero en rendirle honores en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba.
Con la aurora llegó el homenaje a Martí, Fidel, y otros héroes de la Patria, cuyos restos reposan en este camposanto, sagrado lugar que abriga la historia de un país.
Apenas habían transcurrido seis horas de iniciado el día y allí estaba Raúl, firme, sereno, frente al Mausoleo del Apóstol, acompañado por los miembros del Buró Político generales de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera y Ramón Espinosa Martín, ministro y viceministro primero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, respectivamente; el general de División Lázaro Alberto Álvarez Casas, ministro del Interior; el general de Brigada José Amado Ricardo Guerra, secretario del Consejo de Ministros, así como por las máximas autoridades de Santiago de Cuba y otras provincias del oriente del país, y los principales jefes militares del Ejército Oriental.
Con un ramo de rosas llegó Raúl hasta la piedra que guarda las cenizas de un hombre país, inmortal en la sobrevida, de un hombre… su hermano. El saludo militar selló la ofrenda. Tan breve, tan honda.
Después hubo flores para el Padre y la Madre de la Patria, porque el bregar emancipador de Cuba nos obliga a reverenciar la hazaña de quienes pusieron sobre sus hombros el inicio.
Seguidamente, caminó hasta la tumba de Frank País García, donde también descansa su hermano Josué, ambos asesinados por la dictadura de Batista. «…¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad, que han asesinado», dijo Fidel ante la muerte de Frank, en aquel julio triste de 1957. Sus palabras, hoy, conservan toda la fuerza. Allí, en su sepulcro, también puso flores Raúl.
Robustecer la atención a los macizos montañosos Sierra Maestra y Nipe-Sagua-Baracoa
Concluida la ceremonia de homenaje, y como continuidad de la celebración del Día Nacional de la Defensa, el General de Ejército y los demás participantes se trasladaron hasta el municipio santiaguero de Segundo Frente, donde asistieron a un taller de montaña, concebido con el propósito de fortalecer y desarrollar la atención a los macizos montañosos Sierra Maestra y Nipe-Sagua-Baracoa, los cuales abarcan cuatro provincias del oriente cubano: Santiago de Cuba, Granma, Holguín y Guantánamo.
Del encuentro, que tuvo como escenario la Unidad de Estudios de Montaña Frank País García, trascendieron las estrategias diseñadas para elevar la capacidad combativa en un contexto de guerra no convencional, las acciones de enfrentamiento al delito, la corrupción y las ilegalidades, así como el funcionamiento de las 226 zonas de defensa que componen estas serranías, con 950 623 habitantes.
Entre los temas que centraron los debates también sobresalió el referido a las principales proyecciones de trabajo para robustecer el Programa de Atención Integral de las Regiones Montañosas, conocido como Plan Turquino, creado por iniciativa del Comandante en Jefe, el 2 de junio de 1987.
La gobernadora de Santiago de Cuba, Beatriz Johnson Urrutia, rememoró los principios fundacionales del programa, orientado a elevar la calidad de vida de la población rural y a lograr un desarrollo integral sostenible de la montaña, metas que requieren, al decir de los participantes, un trabajo integrado entre el Partido, el Gobierno y las diferentes instituciones enclavadas en estos territorios.
Hoy, apuntó, a pesar del trabajo realizado, existen problemáticas que afectan a los pobladores de la serranía y a los diferentes actores económicos, derivadas, en su mayoría, de la compleja situación que vive el país, bajo los impactos de la crisis internacional y de la asfixia de un bloqueo despiadado.
En su intervención, Johnson Urrutia presentó un programa de acciones para revitalizar el Plan Turquino, que va desde el ordenamiento territorial de los macizos montañosos, el perfeccionamiento de las estrategias de autoabastecimiento municipal, hasta la transformación integral de las comunidades, en especial aquellas consideradas en situación de vulnerabilidad.
A su juicio, «resulta impostergable trabajar con celeridad en las acciones previstas para lograr la prosperidad deseada, con un seguimiento diferenciado y una evaluación oportuna desde el Gobierno, priorizando aquellas actividades que permitan la permanencia de los pobladores en las montañas, que es la garantía estratégica de la defensa de estos territorios».
Luego de las ponencias, el General de Ejército compartió con los participantes, durante más de una hora, anécdotas y vivencias de la lucha guerrillera, y de las diferentes etapas de la Revolución en las cuales nos ha tocado, como hoy, salir adelante con nuestros propios esfuerzos.
Allí insistió en la importancia del control y del seguimiento a las tareas; llamó al ahorro, la principal reserva que tenemos; y a producir, imperativo de todos los tiempos; a la vez que destacó el desarrollo alcanzado por la industria militar, así como su apoyo a la economía del país. Con esfuerzo, dijo, se pueden lograr muchas cosas.
Cada proyecto, reflexionó, es preciso analizarlo bien, meditarlo, pero cuando empecemos hay que continuarlo. Lo que dejamos de hacer después nos cuesta más retomarlo, resumió el General de Ejército, en franco señalamiento a algunos empeños que por disímiles razones han quedado truncos, y hoy urge rescatarlos.
«Ha sido un honor trabajar con ustedes y eventos de esta naturaleza hay que repetirlos, con otros temas y otros participantes», subrayó, poco antes de emprender un recorrido por las áreas exteriores de la unidad de estudios, soporte principal de la preparación de las tropas que defienden la montaña.
Acompañado por los asistentes a la sesión teórica, presenció un ejercicio práctico que puso de manifiesto el funcionamiento de una zona de defensa, considerada la base de nuestro sistema defensivo y de la estrategia de guerra de todo el pueblo.
A partir del quehacer de los órganos de dirección y de los diferentes grupos de trabajo, como el de salud, transporte, infocomunicaciones, energía, el económico-social, y otros, el General de Ejército constató las potencialidades de estas estructuras para mantener cohesionada y preparada a la población, tanto en tiempo de paz como de guerra.
Un «¡Viva la Revolución!» fue la despedida. «¡Viva Fidel!», «¡Viva Raúl!», exclamaron todos al unísono, y entonces volvió a sentirse, como en cada instante de la jornada, la presencia inmarchitable del Comandante en Jefe, porque la defensa de la Patria, «hasta la victoria siempre», es la manera más digna de mantenerlo vivo.
Tomado del Periódico Granma
Autora: Yudy Castro Morales