Roberto Sánchez Ferrer y la distinción del trabajo

Roberto Sánchez Ferrer y la distinción del trabajo

En enero de 2024 Roberto Sánchez Ferrer recibió el Premio Nacional de Música 2023. “Claro que estoy feliz y lo agradezco mucho”, declaró ante el reconocimiento y añadió, a la vista de un rasgo típico en él, cómo hay otros músicos que poseen méritos en este país de grandes exponentes de la música cubana y universal.

Ferrer, natal de La Víbora, en La Habana, nació el 31 de diciembre de 1927. Inició sus incursiones en la música en el Instituto Edison y el Conservatorio Levy. Con tan solo 18 años condujo una revista musical con músicos de la Orquesta Filarmónica de La Habana. Durante su prolífica vida laboró con figuras como Iris Burguet, Esther Borja, Omara Portuondo, Armando Pico, Ernán López-Nussa y Chucho Valdés, entre otros.

En 1945 formó parte de Los raqueteros del Swing y participó en orquestas como la de los Hermanos Castro, la de Le Batard, la Orquesta Riverside y Habana Radio. También asumió labores en algunas de las sedes más prestigiosas de la época, donde estuvo como referente en Tropicana (con la orquesta de Armando Romeu), Sans-Souci y el Montmartre. Al jazz se sumó su interés por la composición y la ópera, nacidas del interés inculcado por su padre hacia la música clásica.

Precisamente en 1955 asumió la dirección de La Bohème de Puccini, la primera ópera transmitida en la televisión nacional. Sobre el reto que ello supuso comentó: “La orquesta tenía trece músicos y se le añadió un piano, que por cierto era Pura Ortiz (…) Yo la convencí cuando fui nombrado Director Musical del Canal 2 y ella se encargó maravillosamente. Pura siempre fue una artista muy capaz. Ella suplió todo lo que faltaba en aquella orquesta ¡Imagínese, faltaba el 90 por ciento de lo que había que tener!”

Declarado amigo de compositores clásicos en el canto lírico de la Isla como Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats o Gonzalo Roig, en 1961 condujo la orquesta Teatro de las Naciones Sara Bernhardt y dirigió La Traviata de Verdi, en lo que sería la primera temporada de ópera en Cuba luego del triunfo revolucionario.

Con respecto a esa función declaró tiempo después: “Había una avidez por descubrir. Cuando nosotros pusimos esa ópera la cola de personas le daba la vuelta al Teatro. Siempre fue Pro Arte quien se encargaba de presentar una o dos óperas al año. Cuando arrancó la Revolución aquello se llenó de una manera increíble. Eso nos impulsó a seguir luchando por la ópera en Cuba, era un sueño que teníamos de lograr un movimiento estable y prácticamente lo logramos. Teníamos nuestra Compañía de Ópera que hoy en día es el Teatro Lírico Nacional”.

Años más tarde emprendió la labor de adaptar la partitura de Roig para la puesta en escena de Cecilia Valdés y efectuó funciones en diversas sedes de Cuba y el mundo.

En una de las entrevistas más citadas sobre Ferrer, la realizada por la Investigadora de Marquetti Torres, la especialista ofrece una de las valoraciones más acertadas sobre él en el ámbito de la cultura musical cubana.

“Este hombre singulariza un raro curso evolutivo que lo llevó de la era del swing a la música sinfónica y operística, de Benny Goodman a Giuseppe Verdi, pasando por Matamoros, Lecuona, Grenet o Pérez Prado, en un camino de crecimiento musical y personal en el que sus valores como instrumentista, director orquestal y arreglista estuvieron siempre en alza.  Por eso, estremece saber que la oportunidad es única para ahondar en su vida y obra, teniéndolo a él como fuente principal. La energía y agilidad que despliega, la sagacidad y persistencia de su memoria, y esa sonriente placidez con que asume, con la experiencia de lo vivido, la referencia a omisiones alarmantes y olvidos inconcebibles… (…) y a su estampa de quijote amable y caballeroso, de maneras elegantes y pausadas, suma como valor fundamental una de las trayectorias más prolongadas y notables que pueda exhibir, con su propia voz, un músico cubano hoy, en este siglo XXI”.

Enhorabuena al maestro Sánchez Ferrer por el Premio Nacional de Música. Mucha salud y prosperidad.

Lázaro Hernández Rey