Tania Castellanos y el verso de la melodía

Definida a menudo como una melodista por excelencia, el perfil como compositora de Zoila Castellanos definió una época y un momento particular en la evolución de la música cubana: la antesala y los primeros resquicios del feeling y la canción de autor en los exordios de la república establecida en 1901. En su seno, Tania (nombre asumido en la clandestinidad y que mantuvo como seña distintiva en su carrera artística), Castellanos ejemplificó una capacidad peculiar para mover corazones y pasiones desde las melodías, instalar el sentimiento en las notas y convencernos de retomar ese ejercicio sentimental y lúdico, reflexivo y pleno, al que puede conducirnos una buena canción.
Nació un día como hoy del año 1920 en el municipio capitalino de Regla. De orígenes humildes, la relegación a su época y circunstancias no signaron la representación en la carrera artística de esta representante musical cubana. Con esfuerzo y talento pudo agenciarse recibir clases de música, las cuales más tarde tuvieron un peso importante en su formación y desenvolvimiento artístico.
En ello, no obstante, nunca estuvo ausente la representación del gremio artístico frente a los intereses de los monopolios comerciales en la agenda musical de la nación. Con motivo de ello participó en la gestación y fundación de la Sociedad Musicabana, organización que promovía los derechos y el reconocimiento de los autores cubanos, y que contó con el apoyo de su pareja en vida, el líder sindical Lázaro Peña, y de otros representantes de la escena musical en el país, como fueron los casos de José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Adolfo Guzmán, Niño Rivera y Ñico Rojas.
Al respecto reseña la compositora Marta Rojas: “[Musicabana fue] “una modesta editora musical empeñada en no dejarse explotar por los mecanismos de mercado esencialmente vinculados con los abusos de los consorcios norteamericanos (…), un capítulo excepcional en la historia de las luchas autorales en Cuba”.
Respecto a Tania, la reconocida intérprete afirma que representó: “(…) una melodista por excelencia: no componía sus canciones apoyándose en un instrumento musical, aunque dentro de su cabeza resonaban carísimas las armonías y se asentaban, con toda la solidez que merece el caso, la armazón de las frases, la correlación entre letra y música y la hermosura del perfil melódico que hace de cada canción una pieza de valor inestimable para la voz cantante, algo entrañable para el oído receptor, capaz de instalarse casi a partir del momento en que alguien la hace sonar por primera vez, en el gusto personal de quien ya no la dejará caer en el olvido”.
En temas como De los dos, En nosotros o Evocación, Tania sobrepasaba -sin agotar- los temas sentimentales en sus composiciones. En ellas también incluyó una perspectiva más universal. Canciones como Cuba corazón de nuestra América, Todos los niños del mundo o Por los Andes del orbe dan cuenta de ello y de su capacidad para hacer vibrar los corazones.
Alejada del sentimentalismo, de las alegorías a dedo y de conveniencias en dictámenes perentorios bajo el amparo de una objetividad asentada en la parcialización, es menester valorar la impronta de Castellanos a tono con su tiempo. Desde sus aportaciones al feeling y la música hasta su vida personal y compromiso, Zoila permanece en ese podio de excelencia no por su perfección, sino por su humanidad y naturaleza. Eso no se debe menospreciar.