Un amanecer de gloria en la historia cubana

Con el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, en la gesta cubana gloriosa del 26 de julio de 1953, hace 71 años, se reverdeció la lucha emancipadora propugnada por José Martí, y el legado de su doctrina nutrió la decisión y el valor de aquel grupo de jóvenes revolucionarios, que formaban parte de la Generación del Centenario.
Si ayer los valientes y decididos revolucionarios acudieron al combate a vencer o a morir, la disyuntiva de los revolucionarios de hoy no es menos heroica: defender siempre esta Revolución por la que dieron su vida miles de hombres y mujeres de esta tierra, salir adelante con las armas del trabajo y el esfuerzo cotidiano haciendo frente al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba y su política subversiva, y trabajando en el fortalecimiento ideológico, para preservar el sistema político y social cubano en todos los frentes.
Porque aprendimos del Comandante en Jefe Fidel Castro y de sus compañeros la importancia del aporte del imprescindible factor consciente como eje acelerador del desarrollo histórico. Ellos dieron el decidido impulso, la organización necesaria, la correcta interpretación ideológica y política, la orientación justa a las masas del camino a seguir, y el ejemplo heroico en el combate y el sacrificio.
El Moncada puso en práctica audazmente, la tesis revolucionaria enarbolada por el máximo líder de la Revolución cubana que, sobre la base de las condiciones objetivas existentes para la lucha revolucionaria, la acción decidida de un grupo de vanguardia, por medio del combate contra la tiranía batistiana, podría vencer el enorme cúmulo de dificultades subjetivas existentes para llevar adelante la Revolución, y lograr la decisiva incorporación de las masas a la lucha.
Y es que la toma de aquellos importantes cuarteles militares no era el principal objetivo del plan, sino parte de una operación indispensable para armar al pueblo e iniciar la guerra irregular, que llevaría a la derrota de la tiranía del dictador Fulgencio Batista.
Elevó al primer plano nacional a una nueva organización revolucionaria, integrada por jóvenes hasta ese momento desconocidos, que asumió el papel de vanguardia en la lucha contra la tiranía sanguinaria y determinó públicamente, tanto a los viejos políticos como a los grupos oposicionistas supuestamente revolucionarios.
Los asesinatos cometidos por el ejército desde el propio día 26 de julio de 1953, acabaron de desenmascarar ante los ojos del pueblo la verdadera cara de la tiranía, que se mostró plenamente en toda su ferocidad y maldad contra los asaltantes.
Tres años después de los sucesos de Santiago de Cuba y Bayamo, muchos de aquellos jóvenes figurarían nuevamente entre los integrantes del contingente del Ejército Rebelde que inició la lucha guerrillera con el yate Granma, la Sierra Maestra… y culminaría victoriosamente el Primero de Enero de 1959.
Hay mensajes excepcionales que tienen un destino dilatado en el tiempo; el de Rubén Martínez Villena en su Mensaje Lírico Civil es, ciertamente, un mensaje al Moncada. Así lo enfatizó el líder Fidel cerrando su discurso por el aniversario 20 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, cuando proclamó: «Desde aquí te decimos Rubén: el 26 fue la carga que tú pedías».
Nunca las palabras fueron tan sostenidas por los hechos. Eran dichas en el mismo lugar donde dos décadas antes se había librado una de las acciones más generosas y trascendentes del proceso libertario, una hazaña en la que la vida se ofrendó, a pecho desnudo, a la mayor justicia del hombre.