Un día para honrar a un mártir del periodismo

El Día Internacional del Periodista es una conmemoración para rendir justo homenaje a Julius Fucik, mártir de esa profesión, asesinado por el régimen nazi el 8 de septiembre de 1943, para acallar su voz comprometida con la verdad.
Su muerte no solo truncó la vida de un talentoso escritor y comunicador, sino que también contribuyó a despertar la conciencia del gremio para defender las causas justas y a oponerse a la barbarie que sustenta a los regímenes imperiales.
El Día Internacional del Periodista fue establecido en 1938 durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, Argentina, como homenaje a la ejecución de Julius Fucik, y a su incansable defensa de la verdad y la libertad de expresión. La fecha elegida para la efemérides coincide con el aniversario de su muerte, simbolizando la lucha contra la opresión y la censura.
Esta conmemoración fue promovida, inicialmente, por asociaciones de periodistas y sindicatos de prensa de América Latina, con el apoyo posterior, de organizaciones internacionales como la Federación Internacional de Periodistas (FIP).
Su objetivo primordial es honrar a quienes, como Fucik, han arriesgado o perdido sus vidas en el ejercicio de la profesión, y recordar a los Estados su obligación de garantizar la libertad de prensa y proteger a los comunicadores de la violencia y la impunidad.
A lo largo de los años, el Día Internacional del Periodista ha adquirido un carácter global, aunque muchos países conservan fechas adicionales vinculadas a hitos locales. Por ejemplo, en Argentina se celebra el 7 de junio, en conmemoración de la fundación de la Gazeta de Buenos Aires por Mariano Moreno (1810); mientras que en México, se rinde homenaje a Manuel Caballero cada 4 de enero, y en Cuba se dedica un día especial a la prensa cada 14 de marzo, pues ese día de 1892, salió de las prensas el primer número del periódico Patria, creado por José Martí.
La celebración del Día Internacional del Periodista se caracteriza por una diversidad de actividades organizadas por gremios, medios de comunicación, universidades y organizaciones de la sociedad civil en todo el mundo. Estas iniciativas buscan no solo honrar la memoria de los colegas caídos y elogiar a los que continúan ejerciendo la labor informativa, sino también reflexionar sobre los desafíos contemporáneos del ejercicio periodístico.
Ceremonias de conmemoración, foros y debates, otorgamiento de premios y reconocimientos, actividades culturales y educativas, son algunas de las acciones que se llevan a cabo en esa fecha.
Nacido el 23 de febrero de 1903 en Praga, entonces parte del Imperio Austrohúngaro, Julius Fucik creció en el seno de una familia obrera, que influyó en su temprano acercamiento a las ideas progresistas.
Estudió filosofía en la Universidad de Pilsen y en 1921 se afilió al Partido Comunista de Checoslovaquia, iniciando paralelamente, su carrera como crítico literario y teatral. Fue redactor de publicaciones como Rude Pravo y Tvorba, en los que destacó por sus reportajes sobre temas sociales y culturales, siempre desde una perspectiva comprometida con los derechos de los trabajadores y la justicia social.
Durante la década de 1930, realizó varios viajes a la Unión Soviética, experiencias que documentó en obras como En la tierra donde el mañana ya es ayer (1932), en el que retrató con admiración los avances del proyecto socialista. Tras la ocupación nazi de Checoslovaquia en 1939, Fucik continuó su labor periodística en la clandestinidad, utilizando seudónimos para evadir la censura, y publicando textos que exaltaban la cultura progresista de su país. En febrero de 1941, asumió un papel protagónico en la resistencia antifascista, al integrarse al Comité Central del Partido Comunista clandestino, en el que coordinó publicaciones encubiertas destinadas a mantener vivo el espíritu de resistencia.
El 24 de abril de 1942, fue arrestado por la Gestapo en Praga durante una redada en la que se interceptó una reunión clandestina. Aunque inicialmente no fue identificado, su verdadera identidad fue revelada bajo tortura, lo que condujo a un brutal interrogatorio en la prisión de Pankrác. Durante meses, fue sometido a vejaciones y torturas físicas y psicológicas, diseñadas para quebrar su espíritu y extraer información sobre la resistencia comunista.
A pesar de la crueldad de sus captores, Fucik se negó a delatar a sus compañeros, aunque investigaciones posteriores indican que, tras seis semanas de suplicio, proporcionó datos falsos o imprecisos para proteger la red clandestina.
En prisión, con la ayuda de un guardia simpatizante llamado Adolf Kolínský, Fucik escribió clandestinamente su obra más célebre: Reportaje al pie de la horca. Utilizando trozos de papel y un lápiz, documentó sus vivencias, reflexiones sobre la libertad y su fe en el triunfo final del comunismo. Estos escritos fueron sacados furtivamente de la cárcel y publicados póstumamente, en 1945, convirtiéndose en un testimonio estremecedor de la lucha antifascista.
Tras ser trasladado a Berlín en mayo de 1943, Fucik fue juzgado por el Tribunal del Pueblo presidido por el notorio juez Roland Freisler, quien lo condenó a muerte por alta traición. El 8 de septiembre de 1943, fue ahorcado en la prisión de Plötzensee, a la edad de 40 años. Sus últimas palabras, según testigos, fueron un desafiante llamado a la resistencia: «¡Muera el fascismo! ¡La vida al hombre! ¡El porvenir al comunismo!».
La vida y el sacrificio de Julius Fucik sintetizan los ideales más nobles del periodismo: valor, veracidad y compromiso inquebrantable con la justicia. En un mundo donde los comunicadores enfrentan crecientes peligros y algunos medios mienten o tergiversan los hechos en favor de los intereses imperiales, que el Día Internacional del Periodista sirva para renovar el compromiso con un periodismo que, aun en las circunstancias más oscuras, ilumine la verdad.