Valores del programa televisual Amores difíciles que enaltece un sentimiento universal

Ante pantallas disímiles los espectadores suelen expresar el deseo de ver una buena película. Esta aspiración no siempre encuentra respuestas adecuadas en la televisión y otros medios de comunicación audiovisuales o experiencias interactivas.
Pensemos en el escenario fílmico del siglo XXI y en un programa televisual concebido con buen gusto desde Amores difíciles.
Circulan por doquier simulacros de noticias, acontecimientos y discursos que trasladan a los públicos acosos de fantasías, entretenimiento tonto o competencias lúdicas repetitivas; pues acuden a manidas formas de contar historias.
No obstante, lidera en las mayorías el interés por disfrutar narrativas que facilitan abrir abanicos de posibilidades creativas ficcionales. A la escucha de este anhelo ha se mantiene el programa Amores difíciles, en Cubavisión, el domingo, a las 10:00 p.m.
Los filmes que se programan en este espacio tienen la virtud de hablar por los personajes a partir de sus acciones.
Argumentos, puestas, actuaciones, conflictos, maneras de ver el mundo, nutren madejas de problemáticas complejas como la existencia de cualquier persona, aquí, y ahora. El equipo creativo realizador del espacio, Rolando Rodríguez (guion y dirección), Mayra Lilia Rodríguez (asesora) y Elaine Hernández (edición) se proponen defender la honestidad del arte. Defienden un precepto esencial: el cine hay que leerlo como cultura; pues ofrece vidas capaces de desatar profundas meditaciones.
En cada filme lideran planteamientos dramáticos y filosóficos de notable envergadura humanista. Demuestra que como en la vida ningún acontecimiento o conflicto es simple. Sugerente, incómodo, indagador, en el espacio se visibilizan actores, actrices, guionistas y directores relevantes. Unos y otros hablan mediante sus obras.
Pensemos, los diseños de programación requieren estrategias culturales en provecho de mantener en el aire contenidos renovadores y estéticas atractivas. Las audiencias exigen variaciones de lenguajes en un universo de visualidades cada vez más fragmentado. Educar desde la comunicación artística cinematográfica contribuye a sembrar alertas en el ojo crítico en estos tiempos de creciente colonización cultural en el mundo.
Si la mirada escruta y profundiza en lo cardinal del relato, interpreta silencios, signos, actitudes, omisiones, desencuentros. La criticidad cognitiva robustece sentir el cine, los amores difíciles, las existencias propias y ajenas.