Vilma y el sentimiento humano y solidario que supo impregnar en todo

Vilma y el sentimiento humano y solidario que supo impregnar en todo
Vilma Espín Guillois, Heroína de la Sierra y el Llano. Foto: Editorial Verde Olivo

En los empeños y esfuerzos por llevar adelante la igualdad de la mujer estuvo presente Vilma Espín Guillois, una de las heroínas más emblemáticas de la Revolución Cubana.

Desde esa trinchera, ella supo prever y encauzar importantes tareas después del triunfo revolucionario, propiciar la apertura de las Escuelas Ana Betancourt para campesinas y domésticas, unir de voluntades institucionales para propiciar su acceso pleno al trabajo asalariado y crear los círculos infantiles para sus hijos, fomentar el acceso de las mujeres a la educación y a lograr una profesión u oficio, la creación de centros para niños sin amparo familiar, así como la propuesta de aprobación de directivas y programas de bien social.

En este mes abril los círculos infantiles cumplen 63 años de fundados y a ese fuerte vínculo con la heroína del Llano y la Sierra dedicamos este espacio, porque fue precisamente en el acto de constitución de la Federación de Mujeres Cubanas (1960)     -donde ella fue elegida su presidenta-  que el Comandante en Jefe Fidel Castro expuso  la necesidad de estudiar el problema de las mujeres que deseaban trabajar y no tenían quién atendiera a sus hijos.

De ahí nacieron los primeros pasos para crear las condiciones materiales que facilitasen su incorporación a la vida social del país, y los círculos, futuros centros de formación integral de la infancia, garantizarían a miles de trabajadoras una jornada laboral tranquila, sabiendo que sus hijos estaban correctamente atendidos y educados.

En esas instituciones sociales de iniciaba toda una labor encaminada a lograr la solidaridad humana, el amor, la comprensión y el entendimiento. La tarea no era nada fácil, pues se carecía de experiencia, había que edificar nuevos locales, preparar al personal para atender y formar adecuadamente a los niños.

En solo un año se prepararon más de cuatro mil compañeras para trabajar en esas instituciones y ya desde inicios de 1961 eran inauguradas las escuelas de directoras y de asistentes. Vilma dirigía todo, estaba al tanto de todo: de las condiciones de cada local para que los niños estuvieran bien y las educadoras tuvieran todas las comodidades para brindar un buen servicio, organizaba seminarios para enseñarlas a narrar cuentos y conocer canciones; se preocupaba por la coordinación con enfermeras, médicos, estomatólogos, la vacunación… Era muy exigente con los organismos para que cumplieran sus compromisos con los círculos y evitar así que cerraran, por su implicación en las madres trabajadoras.

Uno de los primeros círculos abiertos para los niños, el Camilo Cienfuegos, estuvo ubicado en uno de los barrios más humildes de la capital, tal y como lo soñó y concibió. Por esa y muchas razones más, nunca faltan para Vilma los versos y las canciones que evocan su dimensión humana, cultural y como luchadora, de esmerada educación, con afición a las artes y al deporte desde su etapa estudiantil y un arraigado sentimiento patriótico.

Cuando este 7 de abril cumpliría sus 94 años, se le recuerda con profundo cariño, con el mismo sentimiento humano y solidario que ella supo impregnar en todo cuanto hacía o decía, hasta en los lugares más recónditos de su tierra, adonde llegó con su sensibilidad infinita y su amor al pueblo.

Círculos Infantiles, inmensa obra de solidaridad humana. Foto: Agencia Cubana de Noticias

Ana Rosa Perdomo Sangermés