Violencias en los juegos electrónicos y otros escenarios

Suele escucharse por doquier: “Ese juego electrónico es entretenido, siempre gana el bueno después de batallar. Pero, en ocasiones, siento miedo ante la fuerza y el poder del malo”. Esta percepción acompaña a personas adictas; durante horas se mantienen enfrascadas en torbellinos de imágenes sin paradigmas reconocibles, fragmentados.
Pensemos sobre la violencia y el horror que protagonizan juegos electrónicos durante largos itinerarios de mano en mano. La conquista cultural se extiende desde los centros hegemónicos del Norte.
¿Qué hacer ante este panorama? El despeje de la interrogante compete a la inteligencia lectora de la sociedad; también implica otras responsabilidades, las de educadores, artistas e intelectuales, la familia, el sistema institucional y los medios de comunicación audiovisuales. Una industria poderosa acude a fábulas ancestrales, en ellas es retomada –en ocasiones de manera inverosímil- la eterna contienda entre héroes y villanos y demarcaciones engañosas.
Dinámicas ideas propositivas de buenas actitudes benefician al ser humano sin límites de geografías, idiomas y culturas. Los programas televisuales en diferentes canales deben proponer el valioso fomento del entretenimiento. ¿Cómo hacerlo? Socializando juegos electrónicos interesantes que mantengan contiendas sin exacerbar violencias, estimulando la creatividad, los saberes y el pleno disfrute.
Dada la capacidad de ver del medio televisual, las representaciones sociales y la “realidad” se construyen en el lenguaje. Lo que se cuenta nunca debe portar un compendio sociológico edificante, pero debe llevar en sí, valores axiológicos, honestidad, provocaciones artísticas dirigidas a las mayorías. Los públicos son transmisores de hábitos, costumbres, estados anímicos, durante la asimilación de la herencia socio-histórica-cultural.
La invasión a cada individuo de juegos y otros productos comunicativos, exige, sobre todo, un ojo crítico, pero no el que oculte o sancione. Es preciso interpretar códigos, palabras, planos, visualidades, y estos nunca son inocentes. Verlos sin prejuicios, atentos, participativos es una manera de mantener la alerta impidiendo recibir gato por liebre; o sea, lo nocivo disfrazado de “buenas” intenciones. Pensémoslo.