Antonio Maceo y los fallidos intentos de asesinarlo

Antonio Maceo y los fallidos intentos de asesinarlo

Por el pavor que infundía al Gobierno español, su temeridad en el campo de batalla y la agudeza de sus ideas, el mayor general Antonio Maceo Grajales fue considerado en su época por el enemigo peninsular como un rebelde terrible, a quien resultaba conveniente eliminar.

Fueron varias las tentativas de atentados contra su persona. El propio general mambí, en misiva a su esposa el 20 de agosto de 1895, le comentaba desde Cuba: “Los españoles no se cansan de enviar asesinos a que me maten, y espías a que descubran campamentos de las fuerzas y mi residencia, pero todo en vano: los que llegan los conquisto o desaparecen”.

Desde principios de la década de 1870, y con el propósito de asesinar al insigne patriota santiaguero, fue enviado a la zona oriental del país un individuo pagado por los españoles, pero ya descubierto fue enviado por Máximo Gómez al consejo de guerra y condenado a la pena de muerte.

Para Maceo, una nueva etapa en la lucha se iniciaba en mayo de 1878 desde el exilio, con características muy diferentes a los campos de batalla, en el enfrentamiento a oportunistas, divisionistas, traidores, y espías españoles y norteamericanos. Mientras él se esforzaba por adquirir recursos para hacerlos llegar a Cuba, fue blanco permanente del espionaje.

Primero en Haití (1879), con la participación del presidente de ese país y la entrega de armas al jefe mambí en las afueras de Puerto Príncipe, pero Maceo había sido alertado previamente y escapó de la emboscada. En República Dominicana (1880), lo cual también Maceo conoció antes y fue procesado el autor del plan. En las Islas Turcas (1880), durante los preparativos de una expedición con armas y hombres, mientras descansaba en su hamaca en un campamento improvisado, resultando solamente herido en un brazo.

Así sucedieron los intentos en una cuarta ocasión, en Kingston, Jamaica (1881), en Honduras (1881), y en Costa Rica (1894), este último uno de los más importantes, ocurrido cuando asistía al teatro Variedades a presenciar una comedia con el actor cubano Paulino Delgado, con el que simpatizaba, y a su salida del lugar fue agredido y recibió una herida de la que se recuperó un mes después. En ese país también los españoles contactaron con un cocinero para que envenenara a Maceo, pero éste se negó a esa infamia y avisó a los partidarios del Titán de Bronce.

Después de 17 años de largo peregrinar del Hombre de Baraguá por varios países de América y fallidos intentos de asesinarlo, en febrero de 1895 arribó a Cuba en una expedición para continuar la lucha, como había sido su anhelo. Con un prestigio bien ganado en el campo de batalla y en el exilio, aquel mulato arriero se alzaba de nuevo en la manigua redentora.

Un año y diez meses después, el 7 de diciembre de 1896, caería en San Pedro, junto a su ayudante Panchito Gómez Toro, el General Antonio, el patriota de hazañas portentosas, el revolucionario ejemplar, el antiimperialista valiente, “el soldado de la libertad, que no tuvo rival en defender, con el brazo y con el respeto, la ley de su república”, como reconociera José Martí.

Ahora, 128 años después, nadie se extrañe de haber visto nuevamente arribar a los predios de Mantua al Titán de Bronce, a Panchito y a las fuerzas invasoras mambisas, inmersos en ese tropel de jóvenes que marchan y clarean junto a la mañana, en el merecido homenaje que toda la juventud cubana y el pueblo todo les brindan desde El Cacahual, donde reposan para siempre sus restos.

Y en la memoria de todos, como hace 35 años, cuando arribaban a Cuba como parte de la Operación Tributo los restos de los dos mil 77 combatientes internacionalistas que habían ofrendado sus vidas en tierras hermanas, estará el reconocimiento a la valentía y el internacionalismo, como continuadores de la fuerza de ese ejemplo que los inspiró y educó.

Tributo de los jóvenes cubanos a Antonio Maceo. Foro: Cubadebate
Tributo de los jóvenes cubanos a Antonio Maceo. Foro: Cubadebate

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Ana Rosa Perdomo Sangermés