Antonio María Romeu y el enriquecimiento del danzón

Antonio María Romeu y el enriquecimiento del danzón
Foto: Radio Cadena Habana

Prodigio desde temprana edad y un autodidacta de mérito, Antonio María Romeu definió con maestría una carrera profesional en la cual se acuñaron más de 500 composiciones, ensalzadas en las tradiciones de la genealogía musical de Cuba y de una época en general.

Aprendió el oficio musical con Joaquín Mariano Martínez en 1884. Desde los 12 años compuso su primera obra e interpretó su primer baile. En 1899 se mudó a La Habana e interpretó en varios cafés. Por entonces tocó en la Orquesta Cervantes, famosa por incorporar el piano en la música popular cubana y obtuvo una experiencia decisiva en la interpretación de las llamadas charangas francesas, en las que se lograba un tono más alto en base al reemplazo del clarinete por la flauta, eliminando los metales y añadiendo los timbales.

Al respecto apunta la investigadora Rosa Marquetti que: “Casi hay consenso entre los estudiosos, que fue Antonio María el fundador de la orquesta estilo charanga francesa, que antecedió a la charanga que hoy conocemos. Fue, sin duda, un innovador y a él el danzón debe mucho su evolución y permanencia”.

Hacia 1904 se unió a la charanga de Tata Alfonso y en 1910 formó su propia orquesta, en la que estarían músicos como Feliciano Facenda, Rafael Calazán, Alfredo Valdés Brito, Félix Vázquez y Remigio Valdés. Con esa agrupación realizó un gran número de grabaciones y obtuvo la popularidad merecida para su talento e ingenio musical.

Foto: EcuRed.

Romeu integró también la Sociedad Solidaria Musical de La Habana (1922). En la década de 1920 rescribió fragmentos del danzonero de Fiesta Negra de los Tres pequeños poemas y en 1929 integró a Fernando Collazo y luego a Enrique García como cantantes en el formato orquestal con la pieza de Rompiendo la rutina.

Hacia 1933 fue uno de los organizadores de la Unión Sindical de Música de Cuba. Por esos años Radio Progreso lo contrató por varias temporadas y fue uno de los pianistas solista en La Hora Íntima, programa en el que destacó y por tal motivo se le comenzó a nombrar como “El mago de las teclas”.

A la orquesta Romeu se sumó en 1937 Barbarito Diez como uno de los cantantes y en abril de 1939 se estrenó el filme Estampas habaneras, donde Antonio María interpretó Tres lindas cubanas, su pieza más conocida, y por vez primera interpreta un solo de piano en un danzón.

“Pero, sobre todo, la composición suya que más se ha universalizado es el danzón Tres lindas cubanas, elaborado sobre un viejo son, estrenado en 1926. Dio nacimiento a un estilo singular en la interpretación del danzón, fijando la posterior trayectoria de este género”, confirma Helio Orovio en el Diccionario de la música cubana.

Como afirma el investigador y musicólogo Cristóbal Díaz Ayala: “(…) De 1930 en adelante, Romeu trae otra innovación: empieza a usar cantantes, y al parecer va experimentando con varios: Rogelio y Caíto (de la Sonora Matancera), [Antonio] Machín y Daniel, Siro y Miguel (del Trío Matamoros) y también solos a veces de [Fernando] Collazo y [Vicente González Rubiera] Guyún”.

Dentro de su amplia trayectoria como compositor, Romeu también es reconocido por la excelencia en la escritura de piezas para flauta en el género del danzón.

Zenaida Castro Romeu detalla otras contribuciones: “(…) fue él quien primero introdujo improvisaciones de piano en la música popular. Antes de él, los grupos musicales tocaban con clarinetes, provenientes de bandas históricas, con tradiciones que procedían de España, y las improvisaciones se hacían con instrumentos de viento y madera; y en cambio él, repentinamente, en una charanga puso un violín y un piano. Fue el primero en introducirlo en la música de Cuba. Por eso se le conoce como El Mago de las Teclas”.

Con sus dotes particulares y la categoría de su calidad en la interpretación y la composición, Romeu sentó un precedente más que meritorio por medio del cual, entre tantas figuras estelares en el dominio de la música cubana, continúa brillando con luz propia.

Lázaro Hernández Rey