Aldo y la belleza de la música

Aldo y la belleza de la música
Foto: https://cubanbridge.wordpress.com/

Ejemplos fructíferos de su incursión en el jazz, la presencia de elementos afrocubanos y el apego por su formación clásica marcan la impronta de Aldo López-Gavilán Junco, quien estudió en los conservatorios Manuel Saumell y Amadeo Roldán, tras lo cual finalizó esa etapa de aprendizaje en la Academia de Música de Londres.

La música, cultivada en la familia por varias generaciones, se incorporó de forma natural a su vida. En esa introducción tuvieron un papel imprescindible sus progenitores, el reconocido director de orquesta y compositor Guido López-Gavilán, y la pianista y profesora Teresita Junco, partícipes también en la formación de su hermano Ilmar, quien se desempeña como violinista del Harlem String Quartet.

El piano ha sido el vehículo de expresión favorito de Aldo, quien empezó a tocar ese instrumento a los cuatro años y a estudiar música a los siete. Como parte del concurso internacional para niños Danny Kaje, creado por la Unicef, interpretó una composición original a la edad de once años, y un año después, debutó con ese instrumento en la Orquesta Sinfónica de Matanzas.

Con respecto a la experiencia en dicho certamen, Aldo declaró:

“Mezclé piezas clásicas y música popular, jazz, pop, rock, folklore, lo que me viniera a la mente… Finalmente comencé a cantar también sonidos de ritual yoruba desde mi memoria, sin saber su significado o dónde iba a terminar. ¡Y en el medio de eso, cuando perdí el temor y escuché las ovaciones de la audiencia, supe que era yo, mi forma de tocar, mi música! Era como si finalmente hubiera nacido. Ése sigue siendo uno de los días más felices de mi vida”.

Y esa necesidad de componer reflejar y moldear la música ha permeado su carrera artística, la cual, como manifestó en entrevista con el escritor Jeff Kaliss, ha tenido entre sus propósitos el no tratar de imponer la cultura sobre el mensaje que desea transmitir: la belleza y la profundidad del lenguaje emocional y espiritual.

Aldo López-Gavilán Junco y la Orquesta Filarmónica de Bogotá Foto: https://aldomusica.com/

En ese empeño, el jazz ha constituido fuente común de numerosas composiciones a las cuales ha sumado las influencias africanas, así como dosis de espontaneidad medidas a conciencia:

“En general mi forma de componer tiene que ver mucho con la improvisación, con las técnicas de jazz y de fraseo, de armonías. Pero la organización está más cerca de la música de concierto, es una estructura clásica sólida. Todo está escrito, y debe ser interpretado de esa forma. Sin embargo, cuando estoy interpretando hay partes substanciales con improvisación”.

La mezcla, la interacción y la reinvención de códigos establecidos en un formato que exaltan de buena manera las propuestas de este autor, también han tenido un rol no menos importante para enmarcar su identidad. Esas y otras piezas de concierto han prestigiado grandes escenarios en el mundo como parte de las manifestaciones de música clásica y de géneros consagrados de la música cubana.

El autor del presente escrito recuerda como primer acercamiento al trabajo de este compositor el pasaje de Maracujá, con ese video en el cual se ensalzaban un piano en una embarcación recorriendo el Almendares, al tiempo que se sucedían estampas de los márgenes del río, acompañadas de un ritmo ameno de jazz. En la introducción de ese material, Rufo Caballero destacaba la ambientación y naturalidad del conjunto.

Ambos aspectos describen perfectamente las obras de este músico. Son innovadoras, asertivas musicalmente y originales. En un mundo regido por las fórmulas comerciales son meritorios los ejemplos de creatividad expuestos por este representante cubano.

El gusto, como la gran variedad de intereses en la mente del ser humano, es subjetivo. A pesar de ello, tanto el oyente educado como aquel sin una formación establecida puede transitar de forma amena por el universo extendido de las composiciones de Aldo López-Gavilán Junco. El tiempo dedicado en esa tarea no será un desperdicio.

Él ha construido esa certeza desde el talento y la aprehensión de los materiales clásicos y populares. Es una inversión gratificante que, en el umbral de la contemporaneidad, se une a las de otros reconocidos exponentes de Cuba y el mundo con vistas al futuro. En él, para deleite de los amantes de la música, Aldo tiene merecidamente un lugar asegurado.

Lázaro Hernández Rey