Alejandro de Humboldt, un hombre excepcionalmente creativo

Alejandro de Humboldt, un hombre excepcionalmente creativo

Cuba, a la par de su desarrollo social y económico, se empeña en el cuidado de su flora y su fauna y en aplicar la interdisciplinariedad con rigor científico, que logre el funcionamiento de una verdadera red entre diferentes áreas.

En el entramado ambiental confluyen las montañas con conservados bosques, ríos, pozas y cascadas en un entorno de clima lluvioso y fresco, que hacen de esta tierra uno de los más singulares y contemplativos paisajes de la naturaleza, cuyo grado de conservación garantiza a perpetuidad el funcionamiento de los procesos ecológicos vitales y la supervivencia de las especies que la habitan, además de contar con millares de especies de flora y especies faunísticas con carácter endémico.

Y todos los avances en este orden también se deben al legado del destacado investigador Alejandro de Humboldt (14/09/1769 – 06/05/1859), naturalista y geógrafo alemán, nacido y muerto en Berlín, Alemania, quien tuvo una relación muy  particular con Cuba.

Durante sus estancias en el país recorrió varios de sus territorios. Dejó comentarios acerca de la capital, recolectó muestras de especies de la flora, acopió datos de la población, el clima, los accidentes de las costas, los suelos y su composición, las elevaciones, y hasta la agricultura y los productos fundamentales: el azúcar, el café y el tabaco.

Con muchas razones, entre ellas sus estudios filosóficos y pedagógicos, el educador cubano José de la Luz y Caballero lo definió como el Segundo descubridor de Cuba, junto a sus investigaciones e influencia sobre otros estudiosos. Nos legó allá por 1827 su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, obra de extraordinaria importancia debido a la objetividad con que da a conocer, por primera vez, la naturaleza y la sociedad de Cuba, conocimientos recibidos por europeos y cubanos una vez que se publicara su Ensayo.

Para mediados de 1799 había conseguido por fin la realización de su sueño con una ambiciosa expedición científica que duró cinco años por América, en los que gestó la mayor parte de esas aportaciones, incluidas sus dos contribuciones más importantes a la ciencia.

A bordo de la fragata Pizarro realizó la primera parada en Venezuela; desde allí atravesó la selva amazónica navegando por el Orinoco y sus tributarios durante tres meses; luego, tras una breve estancia en Cuba, cruzó los Andes, desde Bogotá a Perú, y finalmente viajó a México y Estados Unidos.  

Sus observaciones, investigaciones, exploraciones, estudios y experimentos en el mundo contribuyó al desarrollo de la geografía, la geología, la botánica, la química, la zoología, la historia, la meteorología, la oceanografía, la geofísica, la anatomía, la astronomía, la mineralogía y los idiomas.

En su homenaje varios lugares geográficos han recibido su nombre, como el área natural protegida más importante de Cuba, no sólo porque posee la mayor riqueza y endemismo del país, sino porque en ella se encuentra el más grande remanente de los ecosistemas montañosos conservados en el país: el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, ubicado en las provincias de Holguín y Guantánamo.

También a Humboldt se le reconoce ser un precursor al hablar sobre la deforestación y lo hizo a partir de observar que al desaparecer la maleza, las lluvias torrenciales arrastraban la capa superficial, causando la erosión del suelo. Mientras, los niveles de agua en los lagos disminuían.

Este 6 de mayo los cubanos recuerdan su desaparición física hace 165 años.

 

Ana Rosa Perdomo Sangermés