Aniversario 65 de la Columna Invasora de Ernesto Che Guevara

Aniversario 65 de la Columna Invasora de Ernesto Che Guevara

“Fidel, te escribo desde pleno llano, sin aviones, con relativamente pocos mosquitos y sin comer por la libre sólo debido al rápido tren de marcha que llevo. Te haré un corto relato: salimos por la noche del 31 con 4 caballos…”

Así, con su habitual minuciosidad en la descripción y con una acertada dosificación del más genuino humor, el Che comenzó su primer informe al Comandante en Jefe Fidel Castro sobre su salida, desde la Sierra Maestra hasta el centro del país, al frente de la Columna No. 8 Ciro Redondo, el 31 de agosto de 1958, la cual escribiría uno de los capítulos más gloriosos de la historia de Cuba.

Diez días antes, el 21, en la misma fecha en que partiera hacia Occidente la columna invasora comandada por Camilo Cienfuegos, había firmado Fidel la Orden Militar correspondiente:

“Se asigna al Comandante Ernesto Guevara la misión de conducir desde la Sierra Maestra hasta la provincia de Las Villas una columna rebelde y operar en dicho territorio de acuerdo con el plan estratégico del Ejército Rebelde… tendrá como objetivo estratégico batir incesantemente al enemigo en el territorio central de Cuba e interceptar hasta su total paralización los movimientos de las tropas enemigas por tierra, desde Occidente a Oriente, y otras que operativamente se le ordenen”.

En cumplimiento de tal orden, la columna rebelde, integrada por un poco más de un centenar de hombres, y pertrechada fundamentalmente con las armas arrebatadas al ejército de la tiranía durante su ofensiva de verano contra la Sierra Maestra, partió de Las Mercedes aquel 31 de agosto, hace hoy 65 años.

La heroica travesía, por llanos y ciénagas infernales, entre el fango, los mosquitos, los ametrallamientos y bombarderos de la aviación, constituyeron una verdadera epopeya militar y revolucionaria. La mayor parte de la travesía hubo que hacerla a pie, los camiones quedaban abandonados en los lodazales y los caballos resultaban perfectos para la marcha.

Para evaluar en su real dimensión la hazaña realizada por los bravos combatientes, bajo el mando del Che, basta con estudiar los partes que le enviaba casi diariamente al Comandante en Jefe Fidel Castro en la medida en que avanzaba hacia las montañas del Escambray.

Esos mensajes recogen una imagen insuperable de aquella gesta, de su tropa maltrecha, con los pies llagados, así como el momento en que, luego de más de un mes de marcha, divisaba al fin, a lo lejos, «la mancha del macizo montañoso de Las Villas».

Con su prosa magistral, Che relataría a Fidel la añorada llegada de la Columna a las  provincias centrales de Cuba: «Según los informes recogidos, no nos creían capaces de caminar las dos leguas que nos separaban de Jatibonico. Por supuesto, las hicimos esa noche, cruzamos el río a nado, aunque mojando casi todo el armamento, e hicimos una legua más hasta llegar al refugio seguro de un monte».

Ya para el 15 de octubre la tropa invasora cruzó la carretera que une a Sancti Spíritus con Trinidad, al día siguiente alcanzó la conocida Loma del Obispo, cerca de la ciudad espirituana, y se adentró en el Escambray. Poco después, en Güinía de Miranda, la inmortal Columna No. 8 Ciro Redondo, con su excepcional jefe al frente, libraba su primer combate en tierra villareña.

Ana Rosa Perdomo Sangermés