Benny Moré. Una definición de cubanía

Temas como Santa Isabel de las Lajas y Que bueno baila usted nos revelan al ícono de masas que fue Benny Moré desde el sentido de pertenencia y el goce por la vida. Hay quienes reniegan de su pasado. Las circunstancias y la conveniencia usualmente tejen alianzas para tal propósito. Él, no obstante, siempre defendió lo suyo. Las etiquetas, la estirpe y el dinero no horadaron el carril de quien conmovió a las multitudes y se labró un espacio en el corazón del pueblo de Cuba.
“El estudio y valoración del arte musical desplegado por Benny Moré revela el de un cantor de relevantes dotes, sobresalientes y audaces desplazamientos escénicos en su práctica como talentoso bailarín, y singular director de orquesta. Cualidades, sin duda, herederas de una rica estirpe popular que, al amparo de su estimación por talentosos estudiosos, en la actualidad lo señalan como un decisivo reformador no solo de todo lo que sonaba en su tiempo, sino, además, de todo lo valioso del quehacer cantable de lo popular conocido entonces”, declaró el musicógrafo cubano José Reyes Fortún.
Si bien no tuvo una formación académica, sus raíces, la imperecedera búsqueda de música que corría por las venas y una entrega absoluta marcaron de forma imperecedera el sublime estilo interpretativo, la afinación perfecta y el amplio registro vocal de este artista.
Junto a esas cualidades Fortún destaca su capacidad como improvisador: “(…) no solo de sones montunos, sino igualmente de las diversas y ricas tonadas campesinas expuestas con maestría en el uso de muchos de sus cantares y que, a mi juicio, favorecieron el distinguir su canto”.

La raíz de su trayectoria, no obstante, nos sigue entregando la imagen de un cantante poco común, cuya trayectoria produce impresiones como esta, obtenida del portal de Mundo Sonero: “(…) fue bohemio, trashumante, sincero, desbordado, mujeriego, machista, sensual, tierno, violento, derrochador, pero, sobre todo, un cubano auténtico. No fue un hombre perfecto. Los orishas tampoco lo ꞋsonꞋ.”
Y en esa imperfección auténtica, humana, sigue revelándonos su vigencia. En su ensayo Por el camino del mar, el poeta y novelista Guillermo Rodríguez Rivera explica por qué Benny no era ni podía ser un self-made man:
“Nadie se hace totalmente a sí mismo y mucho menos puede representar los valores de una importantísima zona de la sociedad sólo a través de sí mismo. Esa desaforada visión individualista ignora que el hombre (mucho más el artista) se hace de la tradición, de los valores acarreados consigo, de lo que su entorno y, por supuesto, su percepción de ese entorno le comunican como valores moldeados y modificados por su talento. Benny respetaba los valores que había arrastrado con él hasta el éxito, gustaran o no gustaran”.
Quedan, entre ellos, su amor hacia Cuba, las gestiones para acompañarse y reconocer a todos los miembros de su Banda Gigante, las disímiles ocasiones en las cuales actuó para las personas menos favorecidas o su disposición a cantar estando en malas condiciones.
“Benny, el guajiro pobre y negro, que ascendió por su talento hasta ser el mejor cantante de la historia de un país de cantantes, y que respetó siempre sus valores de origen, resultó por ello entre nosotros un héroe popular. Representó como nadie el alma de la fiesta cubana, pero fue también buen amigo, buen hijo, buen padre y mujeriego: una síntesis de lo que el cubano querría ser y podía llegar a ser”, afirmó Guillermo en el texto antes mencionado.
No solo una síntesis, cabe añadir, sino también el exordio de una posibilidad mayor: la de reencontrarnos en el océano de la vida cotidiana para constatar que seguimos vivos… y hay esperanza.