Camilo Cienfuegos, un auténtico héroe popular

Camilo Cienfuegos, un auténtico héroe popular
Foto: Prensa Latina

Muchas son las facetas en la vida de Camilo Cienfuegos Gorriarán, en su corta pero fructífera vida, que fueron madurando sus ideas y su vocación revolucionaria radical, de lucha muy firme por la justicia social y la libertad, con profundo pensamiento martiano, latinoamericanista y antimperialista.

Camilo llegó a Estados Unidos con 21 años de edad, el 5 de abril de 1953. No era un simple emigrante que arribaba a ese país a ganarse la vida y a hacer fortuna lavando platos, como limpiador de cristales,  dependiente de bares o trabajador de confecciones textiles, entre otros oficios.

Contaba solo con un permiso de residencia por 29 días como turista y desde su llegada, con la ayuda de un amigo, lanzó a través de la radio un violento ataque al Departamento de Estado norteamericano por su apoyo a las dictaduras en América. A su vez, se manifestó contra un periodista estadounidense, autor de un libro que glorificaba al dictador Fulgencio Batista.

El menor de los hijos de la familia Cienfuegos Gorriarán se había sumado también a la manifestación de repudio por la negación del indulto a los esposos Rosenberg y ante el acoso  contra el gran actor Charles Chaplín. Allí, entre la multitud, se alzó su puño indignado.

Ese mismo año, junto a otros cubanos y dominicanos exiliados en ese país, participó en otra manifestación, esta vez en repudio al dictador y presidente dominicano, Leónidas Trujillo, «Chapistas», frente al hotel donde se hospedaba, lo que terminó en una gran trifulca y la intervención de la policía, lo cual se reflejó en la prensa. También asistió a otra en favor del pueblo puertorriqueño.

Una faceta poco conocida de él está en que en los propios Estados Unidos escribió artículos progresistas que fueron publicados allí en el periódico La voz de Cuba.

Varios amigos del joven Camilo lo alertaron sobre la cercanía del vencimiento de su visa y que si se producían desórdenes y caía preso, sería deportado, a lo que él respondía: «Acuérdense de lo que dijo Martí: Yo invoqué la guerra, mi deber comienza con ella. Así que, aquí me quedo hasta el final«.

Escogió un día para ir a la Biblioteca Pública y confirmar si allí habían escritos originales de Martí y quedó maravillado al poder tener en sus manos cartas, fotos y otros documentos totalmente auténticos y desconocidos para la mayoría, dentro y fuera de Cuba. Su intención era volver en otra ocasión a este importante sitio para sacar fotocopias, pero ni el tiempo ni el dinero alcanzaron para eso.

En Nueva York fue integrando piquetes frente al consulado de Cuba, en pleno corazón de Manhattan, con vista a concientizar a la opinión pública norteamericana, para lo que era imprescindible convocar a la atención de la prensa sobre la situación de su patria. Camilo había ido a Estados Unidos a encontrarse conscientemente con su destino histórico.

Lejos de su terruño natal estaba Camilo aquel 26 de Julio de 1953, cuando Fidel Castro y los jóvenes de la Generación del Centenario conmovían a Cuba con los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba (segunda fortaleza militar en el país), y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo. Junto a unos amigos conversaban animadamente y escuchaban una emisora de radio en español. De repente, cambió el tono de la voz del locutor que informaba «¡de última hora!» la noticia sobre los asaltos, atribuyéndoselos a unos desconocidos.

Camilo se levantó de su asiento como un resorte y exclamó ante todos los presentes: «¡Así es como hay que luchar contra Batista, con las armas en la mano y no con la politiquería!»

Irremediablemente, tuvo que esconderse y más tarde, el 21 de octubre de ese propio año, viajar a Chicago. En mayo de 1955 fue hecho prisionero en la frontera con México y deportado a Cuba. Pero fichado ya por la dictadura batistiana, retornaría Camilo a Estados Unidos, estableciéndose en San Francisco y vinculándose a las células del Movimiento 26 de Julio.

Ya con 24 años, llegaría a México para unirse a los que se preparaban para zarpar en el yate Granma -liderados por Fidel- y liberar a la patria cubana.

El pueblo cubano recuerda este 6 de febrero el aniversario 91 de su natalicio, sintiéndolo presente en la hermosa obra de la Revolución que se continúa edificando.

Ana Rosa Perdomo Sangermés