Celia, una flor de exquisita delicadeza 

Celia, una flor de exquisita delicadeza 

Han pasado 104 años de su natalicio y los cubanos la recuerdan con un entrañable cariño. La habían conocido como Celia, Norma, Aly, la combatiente clandestina, la primera mujer combatiente en incorporarse a las filas del Ejército Rebelde, la guerrillera de la Sierra, la heroína del esfuerzo cotidiano, en fin, la que luchó entre los primeros y después trabajaba infatigablemente día y noche, sin descanso, porque su vida estaba dedicada por entero a la Revolución.

A la guerrillera rebelde de las montañas de Oriente, Celia Sánchez Manduley, le gustaba dormir en hamacas o andar por caminos serranos, sin perder nunca el gusto por ese estilo de vida durante el resto de su vida.

Transparente como el agua que corre por los ríos, dulce como las frutas más sabrosas de los campos, así la recuerdan los campesinos, obreros y pueblo en general por los que veló siempre la heroína. ¡Cuántas impaciencias y anhelos le hacían saber al máximo líder de la Revolución a través de ella!

Empezó desde muy joven a tener inquietudes sociales y revolucionarias. A su valor personal, mostrado en toda su vida de revolucionaria, y en especial en los momentos de la guerra y en los instantes cruciales y decisivos por los que ha atravesado la Revolución Cubana, se unían la sencillez, la modestia y una exquisita delicadeza  que la distinguía particularmente.

Como combatiente revolucionaria mostraba excepcional intuición, sensibilidad e inteligencia, capaz de comprender y entenderse con el pueblo con toda profundidad, como pocos revolucionarios han logrado de manera permanente. Su comunicación entrañable era sistemática con la gente. Como una típica cubana desbordaba alegría, dinamismo, con un carácter extrovertido, abierto, en su fraternidad humana, y en su exigencia y rigor.

Los cubanos siempre la vieron cercana y cálida, atenta a todos los detalles para ayudar a los más humildes, y eso hizo que se ganara su confianza y le enviaran innumerables cartas, notas, papeles escritos a menudo con mano insegura o casi ilegible, para contarle de sus alegrías y sus dificultades.

Se ganó el cariño y la confianza de los hacedores de la Revolución desde el primer momento de la epopeya y en especial del líder indiscutible, el Comandante en Jefe Fidel Castro, desarrollando una inmensa labor en diversas tareas encomendadas por él. Era una mujer menuda, inquieta, vivaz y de gran entereza.

La sensibilidad humana de Celia Sánchez Manduley y aspectos esenciales íntimos de la vida personal de la Heroína de la Sierra y el Llano están presentes en el libro Celia mi mejor regalo, de Eugenia Palomares Ferrales. Es un texto que, a cargo de la Casa Editorial Verde Olivo de La Habana, nos aproxima a una mujer distinta; un testimonio recreado en la vida excepcional de esta mujer que todos aman entrañablemente. Se reconoce en el texto, interesante y de amena lectura, que esa vocación de la heroína por servir a los demás la heredó de su padre, que era médico.

Asomarse a la vida de Celia, sobre todo por los niños, adolescentes y jóvenes, es profundizar en un hermoso legado y en una fuente permanente de enseñanzas para las presentes y futuras generaciones. A ella habrá que recurrir una y otra vez cuando se busque un ejemplo imperecedero de mujer cubana que trascendió a su tiempo y continúa guiándonos.

Ana Rosa Perdomo Sangermés