Cien años de un hijo ilustre de Quemado de Güines

Cien años de un hijo ilustre de Quemado de Güines

Hoy es sábado, 13 de mayo, y los cubanos no hemos hecho más que recordar a Enrique Núñez Rodríguez (1923-2002), quien con pluma afilada y eterna sonrisa le regalara a su Patria, durante los años de profesión, un desenfado humor criollo que apostó siempre por resaltar los auténticos valores de la Isla y su cultura.

Porque dio trascendencia a lo pequeño, convirtiendo lo local en nacional, «el vecino de los bajos» -como jocosamente se le conoce también por el simbolismo de su columna en la página tres del periódico dominical Juventud Rebelde-, supo de forma auténtica contar una Cuba llena de matices, desde las múltiples manifestaciones del arte, sin que dominara en su escritura una expresión encartonada de la realidad.

Él mismo diría de su ejercicio creativo en el programa Protagonistas de nuestra Televisión: “(…) El humorismo no hay que estudiarlo mucho. Lo que hay es que sentirlo, practicarlo, tratar de saber qué es lo que debemos hacer sin que sea grosero ni chabacano, sin que sea contraproducente desde el punto de vista político (…)”.

Por eso del autor de prosa fiel al humor y a Cuba diría este sábado el presidente Miguel Díaz-Canel, al reconocerlo como un amigo entrañable. “(…) No hay modo de recordarlo sin sonreír. Su optimismo cubanísimo y su compromiso con la Revolución los resumía en una frase: Tanta gente buena no puede estar equivocada”, y a celebrar a toda Cuba su alegría, invitaba desde la red social twitter, por ser un sentimiento y estado que lo sobrevive, apuntaba el mandatario.

También desde la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) se le realizó un homenaje, donde el presidente de la organización, Luis Morlote Rivas, lo valoró de  personaje imprescindible en cada espacio por donde transitó, “al entender que defender la cubanía y la Patria, empezaba por el pedacito donde uno vive, en su caso Quemado de Güines, donde era y es un ídolo para la población”.

Desde allí, también la popular actriz, Premio Nacional de Teatro y vicepresidenta de la UNEAC, Corina Mestre, afirmó que su incidencia en el Teatro Vernáculo tuvo que ver, sobre todo, con lo que era como ser humano.

“(…) Un cubano raigal, un hombre que nunca hizo distinción con ninguna persona, que le gustaba siempre conversar lo mismo con un alto intelectual que con el barbero o bodeguero de su pueblo, y con una característica muy especial del verdadero cubano: el choteo, como lo denominó otro grande como Jorge Mañach (…)”.

Unido al homenaje de escritores y artistas se suman por estos días las iniciativas en Villa Clara y su municipio Quemado de Güines, tierra natal del humorista y teatrista cubano, autor de textos emblemáticos como ¡A Guasa a garsín!, Yo vendí mi Bicicleta y Mi vida al desnudo.

Para servirlos a la carta y degustarlos a todo sabor, a partir de este 14 de mayo, la página web de la UNEAC (http://www.uneac.org.cu) publicará una de sus crónicas, cada domingo, para que siga legitimándose Enrique desde la raíz de Cuba, su identidad e historia.   

Daynelis Rodríguez Peña