Cirilo Villaverde: uno de los escritores cubanos más leído de todos los tiempos

Cirilo Villaverde: uno de los escritores cubanos más leído de todos los tiempos

El cercano aniversario 503 de La Habana, capital cubana, es también pretexto para propiciar un acercamiento a quien, a todas luces,  fue el escritor que dejó un testimonio más certero y (¿por qué no?) amoroso, de ella.

Cirilo Villaverde de la Paz con su pluma audaz reflejó fielmente la arquitectura, las costumbres y  tradiciones del siglo XIX y buscó, en el entorno en que se desarrollaron sus obras, la diversidad social y racial, en tanto económica y política, de la población habanera, conformada por esclavos, pobres, aristócratas, todo un mosaico entonces, con personajes muy reales en la forma hablar y de comportarse.

San Diego de Núnez, una localidad del poblado de Cabañas, entonces perteneciente a Pinar del Río (hoy provincia de Artemisa) vio nacer el 28 de octubre de 1812, en el seno de una familia adinerada, a quien desde muy joven conoció el sistema esclavista y la crueldad con que eran tratados los esclavos, y luego supo describir con maestría el abuso a que eran sometidos.

Poco se conoce de sus buenas dotes para el dibujo artístico, perfeccionadas durante los empeños en la Academia de San Alejandro y de su graduación en la especialidad de Filosofía y Derecho en centros de altos estudios. Pero prevalecieron en él, por ese don de transmitir con sabiduría y elegancia su contexto, sus preferencias literarias y periodísticas.

Es así como se le conoce como narrador, ensayista, periodista, y en muchas ocasiones también traductor. Sus primeras y breves novelas fueron El ave muerta, La peña blanca, El perjurio y La cueva de Taganana, que no tuvieron el efecto esperado. Sin embargo, mayor efecto produjeron inicialmente los agudos artículos de crítica que escribió para medios de prensa, con lo cual fue ganando un creciente prestigio intelectual.

Las opiniones separatistas de Cirilo Villaverde comenzaron a despertar las sospechas entre las autoridades gubernamentales españolas, que pronto le tuvieron catalogado como uno de los principales enemigos políticos dentro del país. Fue arrestado en  octubre de 1848, bajo el cargo de conspiración separatista, aunque logró evadirse del presidio y pasar a territorio de Estados Unidos al año siguiente, donde residió durante la mayor parte de su vida.

Villaverde se sirvió a lo largo de su vida de diferentes pseudónimos con los que enmascaró algunos de sus escritos periodísticos y literarios, como «El Ambulante del Oeste», «Un Contemporáneo», «Simón Judas de la Paz», «Sansueñas» o, simplemente, «V» (inicial de su primer apellido). Llegó a convertirse en uno de los escritores cubanos más leído de todos los tiempos y se aproximó, como ningún otro de su tiempo, a las esencias de la idiosincrasia del cubano.

Cirilo Villaverde: uno de los escritores cubanos más leído de todos los tiempos

Este escritor excepcional, que abrazó la causa independentista, dejó el testimonio cercano de la urbe habanera. De su novela fundamental, Cecilia Valdés, se conoció una versión inicial, muy breve, en 1839, y solo en 1882 se dio a conocer la obra completa. También escribió otras muchas, entre ellas: El espetón de oro (1839); Teresa (1839); La joven de la flecha de oro (1841); El penitente (1841); El misionero del Caroní (1842); El guajiro (1842); La tejedora de sombreros de yarey (1843) y Dos amores (1858).

Iniciada la Guerra de los Diez Años, Villaverde abogó infatigablemente por la independencia de Cuba en mítines y en la prensa, desde el necesario exilio. Con su enfoque, no caracterizó solamente el sistema esclavista, sino toda la sociedad colonial que giraba en torno al bárbaro sistema, logrando infundir personalidad, vida y singularidad a sus magníficos personajes.

José Martí, al conocer de su muerte en Nueva York el 23 de octubre de 1894, casi al cumplir los 82 años, destacó de él: “… aquellas pulidas obras suyas, de idea siempre limpia y viril, donde lucía el castellano como un río nuestro sosegado y puro, con centelleos de luz tranquila, de entre el ramaje de los árboles, y la mansa corriente recargada de flores frescas y de frutas gustosas”. Y agregaba: “…dio a Cuba su sangre y una inolvidable novela… su nombre era como una leyenda”.

Ana Rosa Perdomo Sangermés