El árbol, fuente esencial de vida

El árbol, fuente esencial de vida

Placentero resulta contemplar un gran árbol, de ancho y alto tronco, bien frondoso con muchas hojas y ramas, porque es como revivir décadas de vidas pasadas sobre ese mismo suelo, rememorar encuentros bajo su sombra, oler sus frutos, alimentar el alma. Y es que sembrarlo es como diseminar años de vida para la Tierra.

El árbol nos proporciona brisa, sombra, lluvia, oxígeno, más vida animal y vegetal, y es en sí mismo como un pulmón de nuestro planeta, por eso hay que protegerlo. Desde edades tempranas a los niños se les debe inculcar el amor y respeto hacia la naturaleza, y hacia los árboles en especial, la importancia y el valor que representa en el ciclo de la vida, y para la supervivencia de todas las especies que coexisten y significan unas la evolución de otras.

Las copas de los árboles recogen también el agua de lluvia que se desliza entre sus hojas, ramas y tronco hasta alcanzar el suelo y humedecerlo, mientras el agua se filtra hasta las raíces para nutrir toda la vegetación.


Árboles y plantas evitan los escurrimientos excesivos que pueden arrastrar la tierra fértil. Donde no hay árboles, vegetación u hojarasca, la lluvia golpea directamente el suelo, erosionándolo.

No hay nada más hermoso y vivificante que ver, tras la tardes lluviosas de verano, el verdor y la vida que han recuperado casi todas las plantas, jardines y árboles, gracias a esa fuerte energía que les ha provisto el agua.

Sin embargo, urge crear conciencia en las personas sobre la importancia de proteger los sitios poblados de árboles, porque son indispensables para que exista vida en el planeta, por su papel en la producción de oxígeno y en la reducción del dióxido de carbono en la atmósfera; algunas de las especies proporcionan frutos, medicinas, así como la madera empleada para muebles diversos y construcciones, entre otros usos.

En Cuba se desarrollan actualmente una treintena de proyectos e iniciativas por parte de instituciones, sobre todo con el objetivo que priorizar las ciudades,  se coordinan los lugares para sembrar las posturas y medir las distancias. Solamente en La Habana se necesita un millón de árboles, entre 300 y 500 posturas, lo cual sería una primera gota para todo ese movimiento, donde ningún municipio debe quedar fuera de la iniciativa.

Muchas personas también se unen desde las redes sociales y se brinda asesoría técnica, explicando cómo es el proceso de siembra, qué cualidades debe tener una postura. Todo ello para frenar los efectos del cambio climático, la tala indiscriminada que propicia la pérdida del hábitat de diversas especies animales y vegetales, así como resaltar la importancia y utilidad de los bosques.

Además de la siembra de árboles, en Cuba son muchas las actividades que se organizan, como la limpieza de bosques, actividades de esparcimiento y de contacto con la naturaleza, jornadas educativas sobre su cuidado y protección. También se crean concursos de arte o fotografía relacionados con la naturaleza y los árboles.


La ceiba es el árbol sagrado por excelencia en el país, está cargada de leyendas y rodeada de misterio. La creencia de su santidad se trasmite de generación en generación, pero la palma real es el más numeroso de los árboles cubanos,  reconocida como árbol nacional y como la reina de los campos por la majestuosidad de su estructura, por su peculiar talla y la utilidad que reporta, capaz de suscitar tal admiración que muchos poetas y músicos han cantado a su elegancia.

Los árboles son los moradores más antiguos de la Tierra. Debemos proteger las superficies donde estos abundan como una forma de asegurar que la vida en nuestro planeta siga siendo posible.

Ana Rosa Perdomo Sangermés