El Guayabero: imprescindible en el humor musical de Cuba

El Guayabero: imprescindible en el humor musical de Cuba
Foto tomada de Radio Cadena Habana

Cuando se hable de doble sentido y la picardía en la música cubana es obligado mencionar al hombre cuyo nombre artístico surgió de una de sus canciones.

Nació el 4 de junio de 1911, en la ciudad de Holguín y fue bautizado como Faustino Oramas Osorio, pero en 1926 puede decirse, no solo que fue renombrado, sino que renació, y desde ese momento todo el pueblo cubano lo conoce como El Guayabero.

Contaba que en el año 1926 asistió a una fiesta en saloncito que llevaba por nombre Guayabero, ubicado en el central azucarero Miranda, de la actual provincia de Santiago de Cuba, donde artistas fueron atendidos por una joven que, según parece, se excedió en sus atenciones con Faustino, lo que provocó la ira del marido, un cabo de la Guardia Rural con malas pulgas, quien estuvo a punto de agredirlo, y el pobre músico y sus compañeros tuvieron que salir huyendo.

Aquella peligrosa experiencia lo motivó para componer su son montuno En Guayabero, del que derivó su nombre artístico cuando alcanzó una elevada popularidad en la voz de Pacho Alonso, quien lo incluyó en una grabación fonográfica a finales de la década de 1960, y la pieza saltó a la fama al ser interpretada por casi todas las agrupaciones musicales de la época.

De aquella y otras aventuras, tomó muchas vivencias, que luego volcó en sus cantares este trovador y un humorista nato. Las letras de sus canciones se inclinan al equívoco, y por eso llegó ganarse también el mote de El Rey del Doble Sentido. Pero ello no le restó seriedad personal y, sobre todo, un inmenso respeto por su trabajo, cualidad que también le ganó el cariño y el aplauso del público.

Faustino, negro y venido al mundo en cuna pobre, no podía esperar mucho de la vida en la época en que vio la luz primera. Su elevada talla y su delgadez pudieron hacer de él un excelente jugador de básquet o volibol, pero su inclinación era hacia la música, y por eso comenzó a tocar el tres, instrumento que fue su fiel compañero hasta el último día de su vida.

Además de su pertinaz amor por la canción juglaresca, lo caracterizaban también su forma de vestir, su inseparable sombrero blanco de pajilla, su eterna corbata y sus chistes, dichos o cantados con una seriedad increíble en la que nunca asomaba una sonrisa.

A los 15 años ya era músico profesional en el sexteto Tropical, con el que trabajó varios años, actuando en diversos parajes de lo que hoy es la provincia de Holguín.

Más adelante fundó su propio grupo, con el que cultivaba, sobre todo, el son montuno tradicional, ofreciendo su arte en cualquier caserío donde se solicitara su presencia.

Piezas del catálogo autoral de Oramas, Cuidado con el perro que muerde calla’o, Marieta, El radio de Filomena y En Guayabero han recorrido el mundo llevando el gracejo cubano de la mano del doble sentido que los propios oyentes le incorporan. “En una ocasión un policía me dijo que lo que yo cantaba era un relajo. Le pregunté dónde estaba el relajo y no me pudo contestar, finalmente se me echó a reír”, contaba este singular bardo.

Faustino Oramas llevó su arte por varios países, donde fue acogido con gran admiración, y por su trabajo se hizo acreedor de la condición de Miembro de Mérito de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y fue premiado con la Orden Félix Varela por la Cultura Nacional; el Hacha de Holguín, símbolo de esa ciudad; el Escudo de la Ciudad de Holguín, y el Premio Nacional del Humor.

También ganó las placas del Festival Benny Moré y del Festival Internacional Cervantino de Guanajuato, México; el premio Abril, de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC) y otros reconocimientos.

Faustino Oramas falleció el martes 27 de marzo del 2007 en su natal ciudad, a la edad de 96 años, como consecuencia de una enfermedad hepática.

Gilberto González García