El merecido tributo a Lenin, un coloso de la historia

La dolorosa noticia de la muerte de Vladimir Ilich Lenin, acaecida el 21 de enero de 1924, se propagó rápidamente por Rusia y por el mundo entero. Había enfermado por las secuelas de un traicionero atentado a tiros con balas envenenadas y falleció en la aldea de Gorki, a 35 kilómetros de Moscú, el que con todo merecimiento fuera reconocido como el líder máximo de la Revolución de Octubre de 1917 en ese país.
Se conocía también que desde el 23 de enero se trasladaría desde Gorki hasta Moscú el féretro con el cadáver de Lenin y sería colocado en la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos, por espacio de cuatro días, para rendirle honores al gran Lenin.
Desde el 26 de enero, fecha en la que se celebraba en su memoria una sesión del Segundo Congreso de los Soviets de ese país, ya los cubanos se activaban para sumarse al tributo mundial, porque fue inmensa entonces la conmoción ante la pérdida de un hombre cuyo ejemplo de su obra ya era historia viva.
El 27 de enero de 1924 se recuerda en Cuba como un gran día. Miles de residentes en el habanero poblado de Regla se reunieron a las cinco de la tarde en un sitio para sembrar un olivo, el mismo día que en Moscú terminaban las honras fúnebres. Todo fue fruto de la iniciativa de aquel alcalde de Regla, el doctor Antonio Celestino Bosch y Martínez, de ideas progresistas, que recogió el sentir de los obreros reglanos y habaneros en general.
Aquel lugar de congregación se conocía entonces como la Loma del Fortín, un bello escenario rodeado de naturaleza, que desde ese momento comenzó a ser conocido como Colina Lenin.

El homenaje sencillo, pero cargado de sentimiento y amor, quedó perpetuado en la memoria patria. Allí, se levanta un hermoso monumento compuesto por siete figuras humanas que rodean el denominado árbol de la paz y que simboliza la unidad entre los hombres. También el conjunto escultórico incluye otras once figuras similares en tamaño que simulan estar agrupadas en manifestación, como rememorando la acción que protagonizaron los habitantes de aquel ultramarino pueblo.
El rostro de Lenin, de gran tamaño y esculpido en bronce, observa desde lo alto la ciudad que hace 101 años le rindió el primer homenaje en el hemisferio occidental, a pocas horas de su muerte.
La hermosa obra fue creada por la escultora cubana Thelvia Marín y encierra toda la magia de aquellos sublimes momentos iniciales del homenaje a Lenin en Cuba.
Ya desde tres días antes, Bosch había declarado a Vladimir Ilich Lenin como Gran Ciudadano del Mundo y el propio día 27, en horas de la noche, con la presencia de personalidades políticas y obreras de diversas partes del país, se abrían las puertas del Palacio Municipal para continuar el homenaje, en un acto en el que no faltaron los encendidos discursos de Bosch y un representante de la Agrupación Comunista de Cuba, con un llamado a estudiar la vida y obra de Lenin.
Desde entonces, y por esa fecha, cada año en la Colina Lenin se reúnen miles de habaneros, en representación del pueblo cubano, para dar continuidad al homenaje. También allí con frecuencia se realizan actividades políticas y culturales, en un hermoso lugar que mantiene su belleza escultórica y de la vegetación, y que desde 1980 fuera declarado Monumento Nacional.
El mejor homenaje a Lenin hoy es llevar su cimiente en las batallas que ahora estremecen las ciudades y campos de países pobres. Hay que hacerlo útil en un mundo donde al equidad y la justicia sean el signo del poder y la salvación del planeta. Él vivirá en las banderas de esas causas. Con Lenin, los cubanos reiteramos: «¡Tenemos una sola salida: la victoria o la muerte!»