El primer nocaut registrado en Cuba

El primer nocaut del que se tiene constancia en el boxeo amateur cubano lo asestó el púgil estadounidense Jimmy Ryan a Enrique «Kid Campeón» García, durante el primer evento organizado de este deporte, celebrado el 31 de julio de 1921 en el teatro Trianón de La Habana.
El combatiente cubano, un aficionado local, resistió tres asaltos ante su rival, un experimentado boxeador que había recorrido el Caribe peleando. Aquella fecha marcó un hito en la historia del deporte en la nación: no solo fue la primera competición pugilística amateur oficial en el país, sino que también introdujo el boxeo como espectáculo organizado, y sentó las bases para su desarrollo, convirtiéndose con el tiempo en una de las disciplinas más destacadas de Cuba.
A principios del siglo XX, el pugilismo en Cuba se practicaba de forma esporádica, principalmente entre marineros y extranjeros. Sin embargo, la influencia de inmigrantes estadounidenses y europeos, junto al creciente interés por los deportes de contacto, impulsó la organización de un torneo formal.
El teatro Trianón, un emblemático coliseo de El Vedado conocido por acoger eventos culturales, fue el escenario elegido para este debut, promovido por entusiastas locales que vieron en el deporte de los puños una atracción lucrativa y emocionante.
No se conservan registros pormenorizados de todos los combates; mas, se sabe que el programa incluyó enfrentamientos entre aficionados y algunos púgiles con experiencia internacional. Las peleas se rigieron bajo las Reglas del Marqués de Queensberry, que establecían asaltos de tres minutos y el uso de guantes, distanciándose así de las riñas callejeras.
La participación de boxeadores del patio midiéndose ante adversarios foráneos, despertó un notable interés en el público. Aunque no había figuras consagradas, el evento logró captar la atención de aficionados y curiosos por igual.
Este primer cartel no fue un éxito rotundo en términos económicos, pero abrió el camino para la popularización de este deporte en Cuba. Poco después, surgieron gimnasios especializados en el entrenamiento y nuevos promotores comenzaron a organizar veladas con mayor frecuencia. Para la década de 1930, el país ya contaba con campeones nacionales y una base de seguidores en crecimiento.
Según crónicas periodísticas de la época, algunos de los encuentros más relevantes de aquella jornada fueron los siguientes:
Pelea estelar: Andrés «El Negro» Boloños (Cuba) vs. Jack «El Americano» O’Brien (EE.UU.), con victoria del estadounidense por decisión en seis rounds. Boloños, un obrero habanero con experiencia en combates informales, cedió ante O’Brien, un marinero con mayor técnica. El combate fue equilibrado, pero el visitante impuso su juego de piernas y su jab preciso.
José «El Gallego» Fernández (español) vs. Carlos «El Matancero» Pérez (Cuba), con empate técnico tras cuatro rounds. Fernández, un inmigrante español radicado en La Habana, y Pérez, un joven matancero, protagonizaron un choque intenso, recibiendo elogios de la prensa por su entrega y valentía.