El sello postal en la historia de Cuba

La historia de los sellos postales constituye un fascinante capítulo en la evolución de las comunicaciones humanas, pues marcó el inicio del franqueo prepago y democratizó el servicio postal a nivel global.
En Cuba, el sello adhesivo comenzó a circular el 24 de abril de 1855, introduciendo el sistema de franqueo previo y el uso de los canceladores, cuños aplicados sobre las estampillas para evitar su reutilización. Aquella primera emisión, válida también en Puerto Rico y Filipinas, mostraba el perfil de la reina Isabel II de España en tres formatos, con un diseño similar, pero con colores y valores faciales diferentes: medio real de plata (azul verdoso), un real de plata (verde) y dos reales de plata (carmín oscuro).
Estos sellos fueron utilizados entre 1861 y 1864 en Santo Domingo, cuando España se anexó ese territorio, y en México durante el breve período de ocupación por fuerzas españolas.
Entre los servicios novedosos del período se encuentra el Correo Local de La Habana, inaugurado el 19 de noviembre de 1855, debido a la importancia de la ciudad como centro político, económico y cultural. Se estableció una tarifa única que habilitó el uso del sello de dos reales de la emisión de abril de ese año por un cuarto de real. Este servicio funcionó de manera ininterrumpida durante más de 20 años.
El primer sello impreso en Cuba no surgió bajo el dominio colonial, sino durante la Guerra de los Diez Años. En 1874, bajo el auspicio de la República en Armas, se imprimieron en los Estados Unidos cien mil ejemplares de un sello de 10 centavos. Este era rectangular, de color verde, y tenía en el centro el escudo de la República. Se utilizó para el franqueo de la correspondencia enviada desde el territorio liberado por los mambises hasta el final de la primera contienda, en 1878.
Como parte de la preparación de la Guerra Necesaria, organizada y desarrollada en 1895 por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, se concibió una serie de cuatro sellos con un diseño similar al de 1869, que fueron impresos por la New York Bank Note. Se pusieron en circulación el 11 de marzo de 1896 con valores faciales de dos centavos (40 mil ejemplares), cinco centavos (50 mil), diez centavos (25 mil) y 25 centavos (30 mil).
Estas estampillas, además de ser utilizadas para el franqueo de la correspondencia despachada en Cuba libre, sirvieron para recaudar fondos para esa guerra; algunos se vendieron en los propios Estados Unidos como propaganda.
Tras la derrota de la metrópoli española y con la ocupación estadounidense en 1899, se sobrecargaron y habilitaron nueve sellos de los Estados Unidos para su uso en la correspondencia de nuestro país. La marca de la sobrecarga era la palabra «Cuba».
Ese año también se produjo en la nación norteamericana la primera emisión propia destinada a ser utilizada en Cuba, la cual, paradójicamente, reflejaba símbolos y elementos típicos de nuestro país. La emisión constó de cinco sellos grabados, dentados y con la marca de agua «US-C», que representaban “Estados Unidos-Cuba”.
Con el triunfo de la Revolución Cubana, el primero de enero de 1960 se emitió un sello conmemorativo del primer aniversario. Diseñado con un marco rojo y un soldado rebelde alzando un fusil sobre un fondo con la bandera nacional, ambos en tinta negra, llevaba la leyenda: «1ro de Enero de 1959 – DÍA DE LA LIBERACIÓN». Esta pieza inauguró una etapa filatélica vinculada a los cambios sociopolíticos del país.
Antes de la invención de los sellos adhesivos en 1840, el pago del correo dependía de sistemas regionales complejos, propensos a ineficiencias y fraudes. La adopción de esta innovación en Cuba –con cierto retraso respecto a otras naciones– no solo modernizó el servicio postal local, sino que evidenció la integración del país en las redes globales de comunicación del siglo XIX.
Entre los pioneros en implementar sellos destacan:
- Reino Unido (1840): cuna del Penique Negro (Penny Black), primer sello del mundo, creado bajo la reforma postal del educador e inventor Sir Rowland Hill.
- Brasil (1843): tercer país en emitir sellos, tras Reino Unido y Suiza.
- Estados Unidos (1847): con las efigies de Benjamin Franklin y George Washington.
- España (1850): con el retrato de Isabel II, mismo diseño que luego se usaría en Cuba.
Los sellos cubanos no son solo objetos postales, sino también testimonios históricos. Desde la efigie colonial de Isabel II hasta el simbolismo revolucionario, cada estampilla encapsula fragmentos de la identidad nacional, fusionando arte, política y memoria colectiva y la filatelia, además de una forma de ocupar el tiempo libre, es un rico manantial de conocimientos.