El verano 2024 en la Televisión Cubana

El verano 2024 en la Televisión Cubana
Foto: tvcubana

Prevalece en el mundo mediático interconectado el desplazamiento de la televisión por las redes sociales; no obstante, filmes y series mantienen estatus de conquistas sobre los públicos interesados en relatos y conflictos vivenciales.

En el segmento pensaremos junto a las audiencias sobre el protagonismo de ficciones en la programación de la llamada pequeña pantalla durante el caliente y lluvioso verano en Cuba.

¿A qué se debe la conexión entre los espectadores y esas narrativas? En opinión del profesor Jesús Martín-Barbero: “Lo popular es lo que encuentra en lo masivo mediático un lugar donde exhibir sus gustos, estéticas y saberes”. Este criterio confirma el auge de producciones favorecidas con buenas historias de guionistas que emigraron del cine y aprovechan la repercusión de productos audiovisuales en el incremento del consumo en la televisión o por Internet.

De ningún modo por azar la programación concebida para el período estival hace énfasis en telefilmes, películas y temporadas de series estadounidenses preferidas por las audiencias participativas.

Sin detenernos en un título específico, pues varias puestas recién se estrenan, les sugerimos ver detenidamente cómo puede impresionar un héroe-tipo capaz de llevar sus acciones hasta las últimas consecuencias.

Debemos prestar atención a sus diálogos, procederes, actitudes, a lo que dice y a lo que hace. Justo en ese tránsito, la puesta visibiliza códigos de poder, actitudes, reacciones psicológicas, maneras de ser y de hacer.

Los policíacos cubanos al estilo de Tras la huella recrean fábulas, moralejas, historias basadas en hechos reales. Cada historia del espacio denuncia conductas delictivas de índole diversa: asesinatos, robos, violaciones, corrupción, tráficos de personas y drogas, prostitución, malversaciones; fenómenos nocivos de repercusión social.

Transformar esas realidades complejas en un espectáculo artístico requiere proporcionar a los televidentes la comprensión de lo que ocurre y cómo ocurre. Se establecen asociaciones de diversos aspectos, sin obviar que esa otra realidad pertenece a la ficción, a lo imaginario, constituyen extensiones de la realidad subjetiva del creador y del espectador, en la medida en que logra ser objetivación del contenido ideológico y emocional de las personas. No obstante, en ocasiones los evidentes propósitos de advertir, alertar, trasladar hábitos correctos, llevan en sí cargas de didactismo en situaciones y diseños de personajes-tipo, las cuales impiden modelar la riqueza expresiva de la imagen, su función simbólica.

Pensemos, si un personaje o tipo es estático, nunca duda, teme o vacila, se le pertrecha de corazas o de la más exquisita inverosimilitud, no conquistará a quien está ávido de “ver” acciones en la trama en lugar de representaciones perfectas ganadas a ultranza, lo cual es una falsedad. Urge seguir cultivando narrativas donde proliferen confrontaciones, luchas, catarsis. Así se conseguirá una de las mayores virtudes del arte: la desazón que anima a pensarlo todo de nuevo, a revisar nuestra conducta sin descuidar la humildad de quien aprende a vivir en el diario acontecer.

Sahily Tabares Hernández

Dra. en Ciencias sobre Arte, periodista cultural y profesora‍ de la Universidad de La Habana.