Felipe Poey: pionero de las ciencias naturales en Cuba

El destacado naturalista, zoólogo y profesor Felipe Poey Aloy es reconocido como una figura fundacional de las ciencias naturales en Cuba. Su legado incluye contribuciones pioneras en ictiología, entomología y divulgación científica.
Nacido el 26 de mayo de 1799 en La Habana y desde temprana edad mostró un profundo interés por la naturaleza, recolectando insectos, plantas y minerales. Tras estudiar en el Real Colegio Seminario de San Carlos de La Habana, viajó a España en 1820 para cursar derecho en la Universidad de Madrid. Sin embargo, su verdadera pasión lo llevó a explorar museos y jardines botánicos europeos, donde estableció contactos con naturalistas como Georges Cuvier y Achille Valenciennes, figuras clave en su formación científica.
De regreso a Cuba en 1833, Poey se dedicó a estudiar y catalogar la biodiversidad del país. En un contexto de escasos recursos institucionales, su labor fue casi autodidacta: convirtió su casa en laboratorio y museo, albergando miles de especímenes recolectados en expediciones por bosques, ríos y costas cubanas.
Sus investigaciones se centraron en la ictiología (ciencia que estudia los peces), campo en el que realizó descubrimientos pioneros. En su obra monumental Peces de la Isla de Cuba (1851-1858) describió más de 700 especies, muchas desconocidas para la ciencia. También estudió insectos, moluscos y aves, destacando sus aportes sobre mariposas endémicas.
No obstante enfrentar desafíos como la falta de apoyo gubernamental y el aislamiento científico, colaboró con instituciones extranjeras como el Museo Nacional de Historia Natural de París, donde depositó parte de sus colecciones.
Poey fue un educador visionario. En 1842, cofundó la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, primera institución científica de Cuba, desde donde impulsó cátedras de historia natural. Como profesor en la Universidad de La Habana, formó a discípulos como Juan Gundlach, otro ilustre naturalista cubano.
Sus escritos trascendieron el ámbito especializado; redactó manuales escolares y artículos de divulgación para democratizar el conocimiento. Destaca su Curso elemental de Zoología, publicado en 1843, obra de referencia en la enseñanza de la época.
Aunque perdió la vista en sus últimos años, Poey continuó dictando conferencias y asesorando proyectos. Murió en La Habana el 28 de enero de 1891, a los 91 años, dejando un archivo con más de 50 mil especímenes y cientos de ilustraciones científicas, testimonio de su meticulosidad como dibujante.
Fue reconocido en vida con distinciones como la membresía en la Academia de Ciencias de Francia y la Sociedad Zoológica de Londres. Hoy, el Museo Felipe Poey preserva parte de su colección, y varias especies llevan su nombre, como el pez Poecilia poeyi.