Fidel en la fortaleza de su pueblo
En ocasiones se afirma que los grandes hombres no mueren, aunque desaparezcan físicamente, porque viven en sus obras y en el ejemplo de sus vidas. Cuando se habla de Fidel se piensa en tales términos, porque dedicó su ferviente juventud y casi toda su vida a hacer avanzar su pueblo y ayudar a otros en el mundo.
En el recuerdo agradecido y fiel de los cubanos, Fidel permanece. Es una certeza que palpita cada día más en los corazones, en la cotidianidad y en medio de los crudos embates de la naturaleza.
El nombre de Fidel ha estado de voz en voz, mucho más por estos días recientes, cuando el evento hidrometeorológico Oscar embistió con saña la región más oriental del país, con récord de precipitaciones en pocas horas y más tarde por varias jornadas. Y en el recuerdo de los días vividos, estuvo la estrategia de Fidel ante la voluntad hidráulica del país y la creación de una colosal obra con embalses, presas y micropresas, que otra vez impidieron un desastre mayor durante el meteoro.
El paso del huracán Rafael por el occidente cubano no tomó por sorpresa a los cubanos. Tempranamente, después del triunfo revolucionario, Fidel orientó la creación de un sistema de Defensa Civil para casos de desastres naturales de todo tipo, que garantizara la protección de la población y los recursos del Estado, garantizando la vida de la población como lo más preciado.
Y todo ello coordinado con un sistema de comunicación eficaz, que incluye a los medios nacionales, provinciales y municipales, incluso hasta el nivel de las comunidades, como vía de alerta y orientación.
Nada escapó a su inteligencia y amor hacia el pueblo, como hombre que se alistó siempre en el lado del rudo deber. Él fue y sigue siendo el guerrillero, el estadista, el Comandante en Jefe, el paradigma de todo un pueblo que defiende su Revolución.
Fidel conserva el poder de la ubicuidad, esa capacidad de estar en todas partes al mismo tiempo. Jamás perdió batalla alguna. El pueblo lo siente cercano, no obstante haber transcurrido ya ocho años de su partida física. Y lo mismo está en la sonrisa de los estudiantes recién graduados; en la satisfacción de las medallas ganadas con mucho esfuerzo por los deportistas; en el semblante de cada campesino, dueño de su tierra, ante una buena cosecha; que en los linieros que arriesgan vidas para devolver la luz a muchos hogares afectados.
Ya lo afirmaba Raúl hace ocho años en el homenaje póstumo en Santiago de Cuba: «La permanente enseñanza de Fidel es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer…»
Como certera brújula del camino trazado, debemos volver una y otra vez a sus enseñanzas y reflexiones para sostener el rumbo, porque los «se puede» planteados por él son los del pueblo, demostrados a través de la historia. Para Fidel, «sin este pueblo, este país no habría sido capaz de realizar la proeza que está realizando…»