La rebeldía innata del joven Raúl

La rebeldía innata del joven Raúl
Foto: ACN

Con cinco años menos que Fidel Castro, pero tan luchador contra las injusticias como él, Raúl Castro siguió los pasos de su hermano, quien había persuadido a los padres para que le permitieran estudiar en La Habana.

Aquellos se quejaban con frecuencia de su rebeldía y sus pocos hábitos de estudio, por lo que el de más edad se hizo responsable.

Ya en la capital cubana, ambos se vieron inmersos en la vorágine revolucionaria de los jóvenes, cuando el 15 de enero de 1953 el busto de Julio Antonio Mella amaneciera manchado de chapapote y se sucedieran multitudinarias manifestaciones de protesta.

Allí estaba Raúl, entre los primeros, involucrado en todas las actividades en contra de la dictadura sanguinaria de Fulgencio Batista.

Y luego, el 28 de enero de ese año, en el centenario de José Martí, estaría en la vanguardia con su antorcha en mano. Ya para entonces pertenecía a la Juventud Socialista y participaba en la constitución del Comité Internacional Preparatorio del IV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Viajó a Bucarest, entonces República Popular de Rumanía, al frente del grupo de jóvenes cubanos que participaría en el evento, junto a más de 30 mil representantes de 111 países, bajo el lema; “¡No! ¡Nuestra generación ya no servirá a la muerte y a la destrucción!”

Pero no pudo participar de las actividades del Festival por tener que regresar a Cuba, involucrándose en los preparativos de la acción armada que preparaba Fidel. Se trataba de la hazaña del asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, la segunda fortaleza militar de Cuba, junto al Palacio de Justicia y el Hospital Saturnino Lora.

Indudablemente el punto de partida estuvo en las acciones desarrolladas por orientación de Fidel, con el grupo de jóvenes que se nucleó junto a él para el enfrentamiento  al Gobierno de Fulgencio Batista, después del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, y en su incorporación a la Juventud Socialista Popular.

A Raúl, desde antes de partir a esta acción, siendo muy joven, delgado, pálido, forjado en fuertes luchas revolucionarias, los jóvenes del núcleo revolucionario le habían tomado gran afecto y, además, les agradaba que perteneciera al movimiento porque contagiaba con su entusiasmo para ir al ataque del Cuartel.

Quedaba demostrada su preparación ideológica en la actitud valiente y decidida ante sus captores, después del ataque al Cuartel Moncada. Al ser interrogado en el Vivac de Santiago de Cuba, con la suposición de que habían matado a Fidel y la seguridad de la caída de Abel Santamaría Cuadrado, asume la responsabilidad del movimiento y de la acción desarrollada.

En lo adelante, muchas y arriesgadas serían sus misiones, consolidando aun más sus principios y valores revolucionarios y humanos.

Ana Rosa Perdomo Sangermés