Las miradas al ballet nacional en Antes del Alba

Las miradas al ballet nacional en Antes del Alba
Foto: Portal Cubarte

El 27 de mayo de 1947 el Teatro Auditórium Nacional acogió la presentación del ballet Antes del Alba, en el cual Alicia Alonso se desempeñó en el rol principal. La función ha quedado en la historia como la primera ocasión en la cual se busca elaborar una identidad cubana para el ballet nacional, la primera danza reconocida de tema eminentemente social en Cuba, que incorpora al género clásico elementos de los bailes populares cubanos, a juicio de Jorge Brooks Gremps, asesor escénico de Danza Contemporánea de Cuba.

Hilario González estuvo a cargo de las partituras, el libreto le correspondió al dramaturgo español Francisco Martínez, los bocetos de la escenografía y el vestuario a Carlos Enríquez y la coreografía a Alberto Alonso, en uno de los pasos decisivos en el camino iniciado por él para dotar al ballet con el sentir de la nación, sin estereotipos y sin descartar el rigor de los elementos clásicos en el arte danzario.

“Esa obra, a pesar de su eclecticismo, significó algo insólito, pues en ella se llevaba por primera vez a la escena la problemática social cubana y en lo formal intentaba expresar nuestra herencia afro y los ritmos de nuestros bailes populares a través de la técnica clásica. Fue una experiencia que me sirvió de mucho. En primer lugar, para comprender que esa empresa no podía llevarla adelante en el marco exclusivista de Pro-Arte, y, en segundo lugar, que para expresar lo folklórico, lo popular tenía que ir a las fuentes”, afirmó Alberto Alonso en comentarios posteriores sobre la obra.

Por su parte, Hilario logró conjugar los ritmos provenientes de los tambores batá propios de los festejos en los carnavales. Esos elementos se complementaron en una confusión sincrética de espíritus y deidades pertenecientes al panteón yoruba y del culto abakuá, y reflejan la situación de la protagonista en la obra, refiere el Museo Nacional de la Danza en un artículo sobre la puesta en escena del ballet.

Alicia interpretó a Chela, protagonista enferma, sumida en la pobreza y la viudez, que opta por quitarse la vida tras el desahucio de su hogar en un solar de La Habana. La obra explora su estado, se desarrolla en tiempos de carnaval y en ella intervienen los recuerdos de su vida sentimental, la situación material y varios personajes de la mitología afrocubana.

Con motivo de uno de los bailes de la puesta, Alicia recibió clases del rumbero Chambas, contratado por Alberto, y quien ofreció sus lecciones de forma clandestina en la propia sede de las funciones, pues los negros no tenían permitida la entrada al auditorio.

La escuela Pro-Arte, a cargo de la representación de la pieza, aceptó con reticencias el auspicio de la obra, paradigmática en más de un sentido, en especial por sus repercusiones. Como afirma el periodista y crítico de danza Dr. Ismael S. Albelo:

“A pesar de haber tenido una o dos representaciones en 1947 también en el teatro Auditórium, este sería el ejemplo más evidente de las aspiraciones de Alberto (coreógrafo), Fernando y Alicia en conformar una identidad cubana para un ballet nacional (…) Para las señoronas burguesas, “ballet” era sólo cisnes y princesas, Chopin y Chaikovski, decorados fantásticos y ambientes edulcorados, no la realidad que vivía la mayoría de la población cubana y que ellas desconocían ex profeso”.

La mezcla de los pasos del folclore cubano con los de la escuela clásica evidenció la intención de asumir una identidad desde sus raíces fundacionales. Lejos de quedar una hibridación artificial y estática, los resultados de ese primer acercamiento propuesto en Antes del Alba continúan enorgulleciendo el arte danzario nacional en sus múltiples manifestaciones.

Lázaro Hernández Rey