Los hermanos Saíz y el legado vigoroso de su ejemplo

Los hermanos Saíz y el legado vigoroso de su ejemplo

El 13 de agosto de 1957 la conciencia nacional cubana fue conmovida por uno de los crímenes más horrendos cometidos por la tiranía batistiana. Esa noche fueron asesinados dos valerosos jóvenes en el poblado pinareño de San Juan y Martínez: los hermanos Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, cuyas vidas fueron apagadas casi al unísono, para caer en el regazo agradecido de la historia.

El alevoso crimen, que motivó la justa indignación del pueblo, mostró una vez más hasta qué punto el régimen de Fulgencio Batista llevaba el país a la barbarie y dio a conocer, como contrapartida, la pureza sin límites de una generación que aún muriendo temprano dejaba como legado la vigorosa influencia del ejemplo.

Los pequeños Sergio, a la izquierda, y Luis, a la derecha, junto a sus padres Esther Montes de Oca y Luis Saíz. Foto: Tomada de La Jiribilla

Se sintetizaba en estos jóvenes mártires, casi niños, el caudal enorme de convicción y ternura atesorado en el corazón de la Patria, explotada entonces, y que ambos con apasionado amor defendieron, llevando la palabra y la acción hasta sus últimas consecuencias.

La corta edad de Luis y Sergio -18 y 17 años respectivamente- no impidió el desarrollo de un profundo pensamiento político, que llevaron adelante a la par de una labor literaria abundante y de matices marcadamente renovadores.

Casa Museo Hermanos Saíz en San Juan y Martínez

Con excepcional claridad política e influidos notablemente por el ideario martiano, en sus escritos, cuentos, narraciones, ensayos y poemas hablaron de la reforma agraria, de la dignidad del hombre y, con aguda visión de futuro, esbozaron muchas de las transformaciones que sólo se harían realidad algo más de un año después de su muerte, con el triunfo de la Revolución que ellos preconizaron con su breve paso por la vida.

En ellos, ya en el año 1957, hay muestras de una concepción muy integral de lo que debía ser la creación revolucionaria. En el documento ¿Por qué luchamos?, considerado un testamento político, Luis explicaba la necesidad de la Revolución y su propia convicción sobre el verdadero objetivo de la lucha que en aquellos momentos se libraba.

Así exponía: «No luchamos por un porqué, o por el mero afán de aventura o como escape de ímpetus juveniles. Tenemos conciencia plena de la razón motriz y consideramos que son motivos incontables los que nos señalan como único medio de vivir dignamente la vía revolucionaria, demostrado como está que nada se puede esperar de los politiqueros ambiciosos, inescrupulosos; además, tenemos la firme creencia del cometido generacional nuestro, ya que el destino nos obliga a cumplir, cueste lo que cueste, la gran revolución que Cuba espera desde hace siglos».

Monumento erigido en la Universidad de Pinar del Río como homenaje a los Hermanos Saíz

El histórico documento contiene todo un programa político de grandes dimensiones que incluye, entre otros importantes temas, la eliminación de la discriminación racial, la lucha por la educación y la cultura del pueblo, el saneamiento de la administración pública, así como la revalorización de la vida nacional libre de explotación foránea.

Mostraron siempre un amor grande y solidario con los desposeídos. Muchas veces se les vio encabezando manifestaciones y ejecutando acciones encomendadas a ellos por el Movimiento 26 de Julio, del que fueron miembros activos y muy destacados.

Sobre las 7 y 30 de la noche del 13 de agosto se dirigían al cine del poblado. Antes habían pasado largas horas leyendo en la casa, como hacían casi todos los días. Dieron un beso a su adorada madre y le dijeron: «Algún día te sentirás orgullosa de nosotros». Ya en la entrada del cine, las balas asesinas hicieron mortal impacto, primero en Luis, el mayor, y después en Sergio, que le siguió en la muerte con escasos segundos de diferencia.

A 66 años del día en que Luis y Sergio cayeron llenos de gloria, los cubanos, y en especial su juventud, reconocen en ellos todo cuanto representan sus virtudes humanas y revolucionarías, por la manera de pensar y proceder. Hoy, junto al tributo merecido, va también la inmensa gratitud de todo un pueblo.

Ana Rosa Perdomo Sangermés