Fidel, símbolo internacional de la lucha y la resistencia
La visión del Comandante en Jefe Fidel Castro para adelantarse a los acontecimientos, preverlos y alertar sobre sus consecuencias, así como su carisma y prestigio político para llamar a las cosas por su nombre en cualquier escenario, siguen siendo una guía para quienes en diversas partes del mundo sueñan con un planeta donde primen la coherencia y el sentido común.
En ocasión de la ya cercana celebración en La Habana de la Cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno que conforman el Grupo de los 77 más China (G77+China), convocada por el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz Canel Bermúdez, en su carácter actual de Presidente Pro Témpore del Grupo, se recuerda con especial interés la participación destacada de Fidel en numerosos eventos internacionales, donde se discutían problemas esenciales para la humanidad.
La figura del excepcional líder, de talla universal, se atesora con infinita gratitud en seres humanos de la más variada procedencia. Nadie como él empleó el podio enclavado en los más diversos escenarios para denunciar atropellos, expresar verdades y proponer soluciones sobre asuntos globales impostergables.
Apenas dos años después del triunfo de la Revolución, ya Cuba se contaba entre los fundadores del incipiente Movimiento de Países No Alineados, entidad que con el tiempo, y la activa y reconocida participación de Fidel, a nombre de Cuba, llegaría a convertirse en un formidable conglomerado cada vez menos ajustado a percepciones formales y dogmáticas, y más envuelto en el vínculo con otras fuerzas progresistas empeñadas en un cambio positivo en el orden internacional.
Después también estuvo la presencia activa del máximo líder de la Revolución Cubana en la Primera Conferencia Tricontinental, destinada a fomentar la unidad entre todos los antimperialistas del mundo, producto de lo cual surgió la Organización de Solidaridad con los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) y el incremento de la colaboración cubana con los movimientos de liberación nacional de todas las regiones.
Sus numerosas intervenciones ante la Asamblea General de las Naciones Unidas representaron una genuina demostración de la política exterior de la Revolución, vertebrada sobre principios irrenunciables y colosales victorias de los pueblos latinoamericanos y del Tercer Mundo, quienes vieron reflejados en sus palabras las aspiraciones más nobles de naciones a las que históricamente se les hacía caso omiso en los escenarios internacionales.
Una y otra vez los argumentos de Fidel se escucharían en la sede de la Organización de Naciones Unidas en una campaña mundial contra el pago de la injusta deuda externa del Tercer Mundo, exigido por encumbrados acreedores. La Habana fue entonces tribuna de numerosas fuerzas y sectores sociales que concientizaron a gran parte del planeta con respecto a la injusticia y el saqueo brutal que se pretendía.
La destrucción de los ecosistemas y el riesgo de que la irracional agresión al medio ambiente se convirtiese en el fin de la especie humana, fueron además materia de denuncia de Fidel durante la Cumbre de la Tierra, efectuada en Río de Janeiro en 1992, y una preocupación clave que no dejó de retomar en años sucesivos, incluso en sus sistemáticas Reflexiones publicadas por la prensa cubana y sitios digitales.
Las razones de Cuba, en la voz de Fidel, fueron escuchadas en las Cumbres Iberoamericanas, desde la primera efectuada en la ciudad mexicana de Guadalajara. En ese escenario internacional no pocas batallas diplomáticas y éticas han debido ser libradas.
A lo interno de Latinoamérica, en 2004 Fidel y Hugo Chávez, presidente y líder venezolano, abrieron en grande el camino de un nuevo tipo de relaciones integradoras en la zona con la creación en la capital cubana de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), como espacio multifacético de convergencia. Después, el ALBA-TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos) constituyó un original y revolucionario aporte a la integración frente al neoliberalismo.
Pero el paso más concluyente de ese camino estaría en la fundación, en 2011, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que ha propiciado una verdadera representatividad regional, así como la restructuración de Mercosur y la formación de la Unión de Naciones del Sur (Unasur). Ese trazado regional fue sin dudas importante en el ejercicio político de Fidel.
Para él, cada tribuna internacional significó una oportunidad para dialogar con los pueblos. La unidad era la palabra de orden, así como la única forma posible de hacerlos fuertes, capaces de enfrentar poderosas fuerzas. Fidel sabía que para lograr un futuro diferente se hacían necesarios el aliento y la solidaridad.
Por eso en la Cumbre del G77+China, prevista para los días 15 y 16 de septiembre de 2023 en La Habana, también estará presente la impronta magnífica de Fidel cuando se discutan temas esenciales como el medio ambiente, el impacto económico en la biodiversidad, la economía, la seguridad alimentaria y la salud, para lo que se requieren unidad y acciones colectivas y eficaces.