María Elena Molinet y el vestuario del arte

María Elena Molinet y el vestuario del arte
Fotos tomadas de Habana Radio y Ecured

El 6 de octubre del 2013 se interrumpió la vida de María Elena Molinet de la Peña. Considerada decana del diseño de vestuario en Cuba, la consagrada maestra seguía esgrimiendo palabras escritas sobre la gran pasión a la cual dedicó su vida de forma constante y provechosa.

Fundadora y miembro del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, fue parte de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP) de la Unesco, y dirigió el Centro de Investigación, Información y Diseño sobre la Imagen del Hombre.

Más allá de la visualidad, pero sin abandonarla, María Elena fue consciente de la necesidad de investigar los diversos elementos vinculados con la historia. «Todo ser humano es él y sus circunstancias psicológicas, sociales, económicas, una cadena de hechos que se entrecruzan y lo hacen único», aseveró.

Desde su primer trabajo para el teatro, la observación y las consecuentes reflexiones nacidas al calor de la investigación académica sentaron un caudal para la formación de las futuras generaciones. «El diseño tiene tanta importancia como la concepción que el director tenga de la obra o el trabajo actoral, porque el teatro se hace para un público que va a recibir, en primera instancia, todo lo visual. Un actor que no esté bien caracterizado en cuanto al vestuario o maquillaje, no logra transmitirnos nada», sentenció.

Obras como Aire frío, de Abelardo Estorino, y María Antonia, de Eugenio Hernández, dirigida por Roberto Blanco, consolidaron su vínculo en las tablas. Al respecto, expresó: «[…] trabajar con los directores del teatro cubano es la experiencia de mi vida, porque en teatro no todos los caminos conducen a Roma, entonces uno aprende de cada camino que emprende en la búsqueda de Roma y se alcanza también la Roma íntima, de uno mismo, la que nos coloca en el imperio del saber».

Su trayectoria docente inició en la década de 1960 con un curso para instructores de arte efectuado en el Hotel Nacional de Cuba. Desde entonces, la labor investigativa de María Elena abordó facetas hasta entonces inexploradas. La integrante del Consejo de expertos de la Dirección de Teatro y Danza del Ministerio de Cultura asumió las exposiciones de sus diseños como un acto de liberación profesional.

Diseños de María Elena Molinet
Diseños de María Elena Molinet. Foto tomada de Habana Radio

El interés por el dibujo de las formas humanas cobró fuerza durante su estancia en un convento de monjas al cual la había llevado su madre. Esa inquietud estuvo complementada tras la graduación de la Academia Interamericana de Dibujo Comercial, y de Pintura y Grabado en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro, en la cual estudió junto a artistas como Marta Arjona, Pedro García Espinosa, Agustín Fernández, Tomás Oliva y Agustín Cárdenas.

«[…] por esa época mucha gente criticaba a la Academia y otros iban a sus aulas a buscar sólo lo que les interesaba o les hacía falta, esa era una opinión que yo entendía bien. En mi caso lo necesitaba todo, quería lanzarme a la moda, al diseño de escenografías, de vestuario, todo, me inquietaba lo más mínimo y trataba de observar con ojo crítico lo que estaba pasando a mi alrededor».

En aquel momento existió una consolidación de las propuestas artísticas en la visualidad de los espectáculos, la moda y las ilustraciones comerciales en Cuba. Sale de la nación tras la huelga del 9 de abril de 1958 y, luego de una estancia en Venezuela, regresa en 1961, decidida a especializarse en el diseño artístico de vestuario. Ese propósito tuvo fuertes asideros en las tablas.

«[…] a través de la vestimenta se detectan razones conformadoras de la nación y la identidad, la vestimenta evoluciona con el hombre y le impone sellos a las épocas, entonces, socioculturalmente, es un elemento que compone esencias».

Asimismo, aunque en menor proporción, dedicó producciones a la danza. Muestra de ello fueron las puestas en el Conjunto Folklórico Nacional de Cuba o las realizadas con las coreógrafas mexicanas Wladeen y Evalina Berestain, por citar algunos ejemplos.

La producción bibliográfica de esta intelectual agrupa textos como La piel prohibida, Teoría de la imagen del hombre en Cuba, Historia de la imagen del Hombre Universal y Vestimenta tradicional de la santería cubana, además de una serie de reflexiones para revistas cubanas y extranjeras. Las indagaciones de la vestimenta en diversos períodos históricos y sus protagonistas, junto a las circunstancias y connotaciones inherentes a la época brindaron un acercamiento sólidamente fundamentado sobre un arte ignorado frecuentemente.

Hacia 1967 trabajó en varias producciones del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos. Participó en el trabajo de vestuario de filmes como Lucía, María Antonia y Bailando chachachá, La primera carga al machete, Cecilia y Baraguá, entre otros.

Uno de los elementos más ponderados de su trabajo para la gran pantalla fue la veracidad del vestuario de los mambises. Hija del general Eugenio Molinet, prócer de la independencia cubana en la Guerra de 1895, en múltiples ocasiones mencionó la impronta de su padre y los recuerdos de su abuela sobre el incendio de Bayamo. Esas y otras experiencias complementaron la investigación de fondo para dilucidar el atuendo ante la falta de documentos históricos.

«Pero el análisis y el desenredado de cómo finalmente descubrir y formar la verdadera vestimenta de los mambises constituye una joya por su lucidez y rigor conceptual, el último eslabón de la cadena de consultas y la creatividad artística trenzada con cuidado durante décadas y que culmina, de manera casi natural, con la idea creativa de la imagen del hombre», refirió la filósofa cubana Isabel Monal.

Para Graziella Pogollotti: «La obra de María Elena, desde la docencia, la creación y el trabajo teórico alcanza, en ese contexto, dimensión fundacional. Deja su impronta en realizaciones clásicas del teatro y el cine con una concepción de la cubanía que trasciende el acercamiento superficial, costumbrista o folklorizante».

Ello le ha valido numerosos reconocimientos. Fue distinguida con la Orden Alejo Carpentier y obtuvo los Premios Nacionales de Diseño, Teatro y Enseñanza Artística. También recibió la Distinción por la Cultura Nacional y la Distinción Raúl Gómez García.

«Toda esta inmensa obra nos devela a una creadora muy peculiar, de belleza aliñada con exuberantes maquillajes, collares, perfumes y vestimenta exquisita; pero alejada de toda superficialidad que pueda dar la moda como elemento visual, para adentrarse en los más profundos recovecos de la existencia humana», refirió el crítico de arte Iris Cruz.

«El cubano que trabaja el diseño profundamente, que mete bien el bastón, el bastón de la investigación, del estudio, saca obras maestras», aseguró con razón María Elena. Tras 10 años de su partida, subsisten viejas deudas para estimular la creación y complementar una obra tan fructífera como la de esta protagonista, que engalanó el diseño de vestuario con tanta dedicación y responsabilidad.

Lázaro Hernández Rey