Nelson Domínguez Cedeño y la certeza de la duda

Nelson Domínguez Cedeño y la certeza de la duda

Para el filósofo coreano Byung Chul-Han la sociedad contemporánea enfrenta un dilema existencial para afrontar la realidad en su reflejo de la espiritualidad material inmediata. El éxito, comenta Han, necesita una negatividad, no vista como un pesimismo a ultranza, sino desde su lado dialéctico y, por tanto, dinámicamente transformador.

A consecuencia de ello, evitar las experiencias y aprendizajes del fracaso puede limitar las soluciones alternativas.

Nelson Domínguez Cedeño, al caso, explora la duda. En su obra, la investigación no tiene una zona de confort definida; la inquietud se erige en referente y brújula, con puntos cardinales determinados por los caminos de la investigación.

“Me apasiona más la duda que lo que ya se sabe. Prefiero las veredas antes que los caminos trillados, aunque reconozco que todo camino largo lo componen y se nutre de veredas, en las que entramos y salimos y hay que hacerlo sin miedo de perder el mercado o los clientes de dentro y fuera.”

Si pensamos el entretenimiento desde tres vertientes con grados sucesivos de profundización en sus contenidos, en una etapa más superficial tenemos la vertiente impresionista y de escasa reflexión. En la capa más profunda nos encontramos con una propuesta de diálogo con los autores. Dicha etapa requiere más esfuerzo, pero es la más reconfortante.

Para Cedeño las invitaciones a esa fase comienzan y tienen un enfoque personal. El acercamiento a temas culturales, de sincretismo religioso o significación popular son intrínsecos a la creación artística. Asumir ese compromiso en manifestaciones como la pintura, el grabado, la cerámica o la escultura lleva implícita una autenticidad indispensable y única.

“Siempre me arriesgo mucho. No tengo miedo, ni me conformo con los éxitos. Aunque un cuadro tenga una parte muy linda y me doy cuenta que otra está mal y por eso hay que quitarlo, lo hago. Trabajo a partir de la duda. Siempre estoy dudando de mí y de mi obra. Eso me ha hecho bien”, comenta Domínguez.

Sus trabajos forman parte de varias instituciones cubanas, así como varias exposiciones personales en colecciones públicas y privadas en países como Estados Unidos, Jaón, España, Nicaragua, México, Alemania, Italia, Rusia, Canadá, Argentina, Suecia, Holanda, Brasil, Suecia, Colombia, Panamá y Chile.

El empleo de diversas técnicas le otorgan un carácter peculiar a sus composiciones. Como destaca el crítico de arte Tony Piñera:

“Ensimismamiento, ensueño profundo de la materia, resistencia. Y si se mira a través de tantas realizaciones e intentos, sobre ese abismo que separa el momento actual de todo lo anterior, la resistencia adquiere ya un carácter metafísico que roza una Mística: es afirmativa supervivencia que avisa que la palabra final no está dicha. Y que, a pesar de todas las revelaciones pláticas algo permanente en un secreto sagrado, cargado de silencio. Es el silencio de la tierra, del paisaje cubano, que el artista conoce a la perfección”.

La poesía, Cuba y la vida se reúnen a dialogar con los espectadores. El coloquio parte de un universo individual en la condición de quien pinta para sí con la finalidad de plasmar su interioridad.

Nelson Domínguez tuvo el privilegio de ser el asistente de Antonia Eiriz, profesor en el Instituto Superior de Arte (ISA) y la Escuela Nacional de Arte (ENA) es miembro de la Uneac (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (ALAP).

El Premio Nacional de Artes Plásticas (2009) y merecedor de la Orden Alejo Carpentier llega hoy a la edición 76 de la obra de su vida. El proceso de aprendizaje, las dudas y preguntas en su creación, las respuestas ofrecidas por este ser humano desde la frontera del arte, nos ha permitido atestiguar la trayectoria de uno de los maestros del arte cubano contemporáneo.

“En el fondo lo que pretendo hacer es una pintura sin mucha complejidad. A veces lo simple es lo más difícil porque requiere conclusiones. Lo elemental está hecho de cosas complejas”, afirma con razón.

Lázaro Hernández Rey