Revolución Socialista de Octubre: la gran hazaña de pueblo
Son excepcionales los acontecimientos de los que se puede decir que el paso de los años, lejos de empequeñecerlos, los agiganta ante la conciencia agradecida de la humanidad. A esa estirpe pertenece la Gran Revolución Socialista de Octubre.
Cuando las masas revolucionarias de Petrogrado, bajo la dirección audaz, firme e intransigente de Vladimir Ilich Lenin y su Partido bolchevique se lanzaron fusil en mano al asalto del poder, no era solo un mundo increíblemente envilecido, corrupto y sangriento el que tocaba a su fin. Junto al régimen autocrático de la burguesía y los terratenientes rusos, comenzaba a hundirse también toda una larga época de la historia.
La Revolución de Octubre fue el primer rayo de luz que anunció el inicio del fin de la interminable noche vivida por la humanidad hasta entonces. Como vaticinara Carlos Marx, el hombre dejaba de vivir en prehistoria para empezar a escribir su verdadera historia.
Ningún hecho ocurrido hasta hoy tendría tanta repercusión social, política e histórica. La Revolución de los obreros y campesinos rusos quebró el frente imperialista mundial, marcó la senda a las revoluciones socialistas y los movimientos de liberación nacional, permitiendo al pueblo soviético la más rápida y gigantesca obra de transformación que se conozca.
Pero entonces, 108 años atrás, lo que se ofrecía ante los ojos de los combatientes del Gran Octubre era el inicio de un camino extremadamente duro. Guiado por el Partido de Lenin, el pueblo enfrentó y derrotó la agresión armada de las potencias imperialistas, se sobrepuso al hambre y la devastación, reorganizó sobre bases socialistas toda la vida del país, levantó los cimientos de su poderío económico con el esfuerzo abnegado de los primeros quinquenios y luego, en la más dramática prueba que haya soportado pueblo alguno, resistió la invasión del nacismo alemán, la rechazó heroicamente y libró una epopeya liberadora que solo terminó con el aplastamiento definitivo de ese mortal peligro.

El pueblo soviético, luchando por el futuro, creó una economía poderosa, desarrolló la cultura y la ciencia hasta sus más altas cumbres y fomentó una fuerza militar defensiva de primer orden, convirtiendo las fronteras del primer estado de obreros y campesinos en una fortaleza inexpugnable.
Como actor de esa proeza, el pueblo ruso ha defendido su fidelidad al leninismo, su temple moral, su laboriosidad y su espíritu internacionalista, siempre sensible a la causa de los pueblos que luchan por su libertad e independencia.
Habría que imaginar cómo sería el rumbo de la humanidad a partir de las primeras décadas del siglo XX, si no hubiera existido la Revolución de Octubre de 1917. Su validez y vigencia son extraordinarias cuando ya han transcurrido 108 años, ya que este hecho histórico, así como la presencia de su líder Vladimir Ilich Lenin, tuvo gran influencia en muchos países de Europa, América Latina y el resto del mundo.
En reconocimiento a esa gran hazaña, en 1976 el máximo líder de la Revolución Cubana, Comandante el Jefe Fidel Castro, expresaba: “Puede decirse que desde entonces todas las nuevas generaciones revolucionarias se educaron en las ideas, el espíritu y los principios de la Revolución de Octubre. Ningún acontecimiento influyó jamás tanto en la mente de los hombres, el destino de los pueblos y el progreso del mundo. La humanidad ha vivido a partir de entonces el más fecundo período de transformación revolucionaria en toda su existencia”.

