Seis décadas del Museo Nacional de Artes Decorativas
El 24 de julio de 1964 se inauguró el Museo Nacional de Artes Decorativas. El paso del tiempo, los aniversarios y las diferentes conmemoraciones pueden dar por sentado la trascendencia de la estancia ubicada en las calles 17 y D, en el Vedado. Y tal importancia se mantiene inalterada hoy en día, quizá es aun mayor por la convergencia y resignificación de sus tesoros.
La casa, sede de la institución, es una obra de arte en sí misma. Construida entre 1924 y 1927, perteneció a los Gómez Mena, una de las familias más pudientes de la época. Diez años tras su construcción, la mansión fue habitada por quien constituiría una seña de identidad de gran parte de las colecciones en su interior, María Luisa Gómez Mena, condesa de Revilla Camargo. El inmueble fue perfecto para guardar su extensa colección de arte francés y oriental perteneciente a los siglos XVIII y XIX.
P. Virad y M. Destugue fueron los arquitectos franceses encargados del diseño de la casa, la cual está escoltada por dos jardines: el de las Estaciones, a la derecha, acompañado por esculturas de mármol italiano del siglo XIX alegóricas de las estaciones del año, y el Jardín de la Noche, a la izquierda, con esculturas inspiradas en tendencias neoclásicas y del estilo rococó.
En las más de 33 mil piezas de gran valor histórico presentes en el museo también hay colecciones de muebles, vajillas, esculturas, adornos, abanicos, muebles, vajillas y orfebrería de la Condesa de Revilla, pero también de otras colecciones del conde de Jaruco, de Elena Fernández de Guevara y de Oscar Cintas.
En la planta baja hay vestíbulo, el salón principal, el Salón de Lacas Chinas y un comedor con mesa ajustable para 38 invitados diseñada al estilo Regencia, con mármoles italianos recubriendo las paredes y acompañado de una vajilla alemana, francesa, inglesa y china sobre la mesa, además de esculturas de bronce y mármol como decoración de la estancia, y un reloj cartel con bronce y maquinaria elaborada por el relojero de Luis XV.
Por otra parte, en la segunda planta, se muestran piezas de porcelana y la colección de arte decó y art nouveau. En ese piso están los salones de Sèvres (exhibe una mesa auxiliar realizada por Adam Weisweiller con placas de biscuit y cubierta de lapislázuli), el Inglés, el Boudoir (con el estilo del Segundo Imperio Francés), el Neoclásico, el ecléctico, el oriental y el baño, ambientado en un estilo francés y con lámparas de Sabino. Esos materiales, únicas de su tipo, fueron realizadas expresamente para la residencia y constituyen piezas únicas en el mundo.
Añadido a ese valor también hay obras procedentes de los reinados de Luis XV, Luis XVI y Napoleón III, piezas orientales de los siglos XVI al XX, entre las cuales destaca una alfombra persa del siglo XVIII, en el Salón Oriental, varios candelabros de jade chino, peceras de gres vidriado con motivos florales del período Ming y un escritorio japonés de madera de cerezo, según destaca el portal de excelenciascuba.com (empleado como referencia para la mayoría de los detalles sobre el museo en el presente trabajo).
Asimismo, también está el secretaire perteneciente a la reina María Antonieta en el Palacio de Versalles, y elaborado por Henri Riesener, y una mesa guèridon veneciana del siglo XIX, creada en madera estofada y policromada.
Y eso no agota todas las muestras presentes en el local. Resuelto a combatir la permanencia indescifrable de la cotidianidad, el Museo Nacional de Artes Decorativas permanece, seis décadas después de su creación, como un firme bajel para acercarnos al pasado a través de las muestras que conserva con la cultura y el conocimiento como guías fundamentales.