Sergio Corrieri y el compromiso con su tiempo

Sergio Corrieri y el compromiso con su tiempo

“Sergio Corrieri se entregó por completo a la causa mayor de la resistencia y la formación revolucionaria del país”, afirmó Graziella Pogolotti.

Con tan solo 16 años debutó en Teatro Universitario en la puesta de El nieto de Dios, bajo la dirección del brasileño Joracy Carmargo. Previo al triunfo de la Revolución ya contaba con un prontuario numeroso de obras teatrales y desde 1959 participó en varias piezas donde atestiguó su sobriedad interpretativa y su amor por la actuación.

Trascienden en esos momentos El aniversario, de Antón Chéjov, Tupac Amaru, de Osvaldo Dragún, Contigo pan y cebolla, de Héctor Quintero y El círculo de tiza caucasiano, de Bertolt Brecht.

Desde la fundación del Icaic (Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos) participó en 14 filmes. Entre ellos están cintas emblemáticas como Memorias del subdesarrollo, El hombre de Maisinicú y Baraguá. Su filmografía, trascendente en sí misma, conserva el carácter de un artista que dialoga con la realidad e intenta transformarla.

Ese perfil lo atestigua también su trabajo para la televisión con obras como la versión de Yerma, la adaptación de La emboscada, en 1994 o En silencio ha tenido que ser. “Sergio fue y será el mejor actor de Cuba”, afirmó el director de esa serie, Chucho Cabrera, en referencia al carácter y calidad humana de Corrieri.

Cuando en 1968 funda el Grupo Teatro Escambray, enviaba al ostracismo la noción del arte por el arte y entregaba su cuerpo y voz a la construcción de una sociedad en un momento crítico. El teatro que defendía, de crítica y participación, de investigación y análisis de problemas estéticos, sentó cátedra en Cuba y llegó a varios países.

Los empeños por establecer canales de comunicación en un ambiente lleno de viscistitudes no restaron espacio al aprendizaje. “Era un actor de una sensibilidad extraordinaria, de la misma manera que fue un excelente director de escena y de actores, un hombre inteligente, sensible, austero, exigente consigo mismo y con los demás”, afirmó el actor Carlos Pérez Peña.

Fue miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), vicepresidente del ICRT (Inistituto Cubano de Radio y Televisión) y presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP). Entre otras distinciones, recibió el Premio Nacional de Teatro 2006, la Orden Félix Varela y la Medalla Alejo Carpentier.

Más allá de cargos y reconocimientos, para definir a Corrieri no basta con enmarcar momentos significativos de su impronta en el cine, el teatro y la televisión. Es necesario verlo de forma integral porque los escenarios y decisiones, eternamente imperfectos como la vida, a día de hoy siguen complementando el recuerdo de un ser humano con un legado inconfundible, propio de aquellos que han sido amados y admirados.

Lázaro Hernández Rey