El hombre de la brillante arenga en la Convención de Tristán fue, como la mayoría de los jefes revolucionarios de 1868, un criollo de posición desahogada y, como algunos de ellos, un prestigioso intelectual.
El hombre de la brillante arenga en la Convención de Tristán fue, como la mayoría de los jefes revolucionarios de 1868, un criollo de posición desahogada y, como algunos de ellos, un prestigioso intelectual.