A los silenciosos centinelas de la soberanía de la Patria

A los silenciosos centinelas de la soberanía de la Patria

Ya lo advertía José Martí en la carta que dejó inconclusa el día antes de su caída en combate: “En silencio ha tenido que ser (…) porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”. Y su prosa, cargada siempre de la palabra conveniente y un mundo de posibilidades interpretativas, tal parece que lleva al homenaje de la labor de quienes, calladamente y desde el anonimato, se han entregado por entero a la defensa de su patria.

El imperialismo norteamericano desde muy temprano impuso a los cubanos y a su Revolución triunfante una lucha larga, costosa y dura, promoviendo sin descanso las amenazas y agresiones militares, el bloqueo económico, los sabotajes y la subversión en todas sus variantes.

Frente a estos intentos, tanto en el combate abierto como en el cumplimiento de delicadas y riesgosas misiones, con valor, audacia e inteligencia los combatientes de los órganos de la Seguridad del Estado desde el 26 de marzo de 1959 (y también mucho antes) se han enfrentado resueltamente a la actividad de las organizaciones contrarrevolucionarias, a las bandas armadas, a las redes de agentes enemigos, y a sus planes de agresión y de eliminación física de los dirigentes de la Revolución.

En ese combate están presentes los hombres y mujeres que desempeñan diversas tareas, desde las más simples hasta las más complejas, con el compromiso invariable y sus fuerzas en tensión para el cumplimiento del deber ante el pueblo, con su conducta ejemplar. Por eso hoy el reconocimiento honra tanto al que lo recibe como al que lo brinda.

Engrandece aún más las formidables victorias en este campo el hecho de que estas durante 65 años fueron logradas sin faltar jamás a los elevados principios éticos, con un pacto al silencio y honor, de respeto a la dignidad humana, que caracteriza toda la conducta de la Revolución desde los días del Moncada y la Sierra Maestra.

Para Fidel,  genuino creador de los órganos la Seguridad del Estado que nacieron desde las filas rebeldes, ha sido “un trabajo en virtud del cual el pueblo les confía ser los instrumentos fundamentales para preservar su vida, preservar su salud, preservar su tranquilidad, preservar su felicidad en esa batalla de todos los días en los dos campos: en el campo político y en el campo social”.

Son guardianes de la libertad y la paz, héroes anónimos que atesoran páginas de entrega y sacrificio únicas, inolvidables, que han logrado burlar durante décadas los intentos de un enemigo empecinado y brutal. Muchos otros, los mártires, legaron su vida en defensa de la soberanía nacional, en honrosas misiones internacionalistas o cumpliendo arriesgadas tareas secretas en las entrañas de organizaciones contrarrevolucionarias, haciendo fructificar la semilla.

Por eso el pueblo cubano comparte la alegría que también le pertenece por estos 65 años  de la Seguridad del Estado, al servicio de la libertad y de la vida, juntos ayer, hoy y  mañana, en el cuidado de ese sueño común que es verdad consolidada y fuerza que nos anima: la gloriosa Revolución.

¡Felicidades gloriosos combatientes!

Ana Rosa Perdomo Sangermés