Ante el llamado a la huelga, la respuesta inmediata del pueblo

Ante el llamado a la huelga, la respuesta inmediata del pueblo
La Huelga fue una decisión de lucha y sacrificio del pueblo cubano./Foto de Archivo

Transcurrían los primeros días de abril de 1958 y en toda Cuba la actividad insurreccional se acrecentaba. El Movimiento 26 de Julio en el llano estaba convencido de que existían las condiciones para realizar una huelga general revolucionaria que precipitaría la caída del régimen batistiano.

Esa movilización del pueblo, eslabón final de la lucha armada como lo calificara la Comandancia de la Sierra Maestra, sería apoyada por el Ejército Rebelde, que ya estaba más fortalecido y desempeñaría el rol principal, avanzando hacia las ciudades y poniendo fuera de combate al aparato militar de los esbirros.

Por orden de la dirección clandestina, el 9 de abril a las once la mañana fue el momento escogido para que varias estaciones de radio hicieran el llamado a la huelga general. A pesar de la hora y lo sorpresivo que resultaba, muchas fueron las acciones de todo tipo que se realizaron en el país, dentro de las que trascendieron el ataque a la Armería de La Habana, la voluntad de las mujeres santiagueras que invadieron avenidas y barrios repartiendo volantes e incitando al desorden, y la hazaña de revolucionarios de Sagua la Grande donde, con apenas 30 hombres, lograron tomar la ciudad por 24 horas y replegaron a las fuerzas de la tiranía.

Hace 65 años toda Cuba se alzó en huela general revolucionaria./Foto de archivo

En otras provincias se quemaron cañaverales, algunos revolucionarios se lanzaron a las calles, muchos comercios cerraron sus puertas y otros demoraron los despachos para apoyar la huelga, se provocó la voladura de registros de electricidad, paros y sabotajes en terminales de transporte, quema de gasolineras y vehículos, ataques a cuarteles, descarrilamiento de trenes…

También en los frentes guerrilleros hubo numerosas acciones, como la intrépida presencia de Camilo Cienfuegos en los llanos del Cauto.

No obstante el valor de los combatientes y del pueblo en general que participó en la huelga, el objetivo de paralizar económicamente al país no pudo ser materializado, lo que posibilitó, luego de los primeros momentos de avance, que el ejército batistiano desatara una de sus más violentas olas de represión, con un saldo de más de un centenar de cubanos caídos, entre ellos Marcelo Salado, dirigente de acción en la capital y uno de más prometedores cuadros del Movimiento 26 de Julio, y el capitán rebelde Ciro Frías
Cabrera durante el combate de Imías, ascendido póstumamente a comandante.

Se escribía una nueva página de heroísmo en la que muchos combatientes clandestinos perdieron la vida. También otros muchos jóvenes fueron torturados y asesinados, sin siquiera haber tomado parte en la huelga.

Foto de Archivo

Esta acción revolucionaria fue el hecho armado simultáneo de mayor envergadura en las ciudades cubanas; sin embargo, fracasó en su propósito de derrotar la tiranía, pues según análisis posteriores, los dirigentes del llano sobrevaloraron las condiciones existentes para la lucha, a lo que se sumó la falta de preparación y de armas, lo aislado de las acciones (aunque abarcó a todo el país), pero demostró que la guerra revolucionaria debía tener una dirección única.

Días después, en el corazón de la Sierra Maestra, se analizaron las causas que provocaron el duro revés. Al respecto, el Che escribió en Pasajes de la Guerra Revolucionaria: “La reunión fue tensa dado que había que juzgar la actuación de compañeros del llano que hasta el momento habían conducido los asuntos del
(Movimiento) 26 de Julio”.

Y agregaba: “…la concepción guerrillera saldría de allí triunfante, considerando el prestigio y la autoridad de Fidel, que fue nombrado Comandante en Jefe de todas las fuerzas, incluidas las milicias”.

La huelga general del 9 de abril de 1958 también ratificó que la estrategia de lucha correcta “es la de desarrollar una guerra en la que el Ejército Rebelde asumiera la vanguardia y las acciones clandestinas su retaguardia de apoyo”. Además, mostró una vez más la irreductible decisión de lucha y sacrificio del pueblo revolucionario cubano y su voluntad de victoria.

Tras el revés, Fidel envió una carta a Faustino Pérez el 27 de abril, donde le expresaba: “Tengo la más firme esperanza de que en menos tiempo de lo que muchos son capaces de imaginar, habremos convertido la derrota en victoria”. Y así ocurrió.

Ana Rosa Perdomo Sangermés