Por esa Habana de amores, que es el centro colonial más importante y el segundo más poblado del Caribe, también uno de los más importantes de América, vale la pena seguir batallando contra las huella del tiempo.
Autor: Ana Rosa Perdomo Sangermés
Considerado por Mario Benedetti “como uno de los grandes de la novela latinoamericana”, la obra de José Soler Puig siempre nos evoca lo trascendente, que está al alcance de nuestras manos.
En un homenaje al Señor de la Vanguardia, el Comandante Ernesto Che Guevara expresó: “… los que recordamos a Camilo como un ser vivo, siempre nos atrajo más, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida…»
Como lo soñó y deseó el Comandante en Jefe Fidel Castro, el Jardín Japonés del Botánico Nacional luce hoy todo su esplendor.
Bien avizoraron, hace 38 años, aquellos noveles creadores, en su mayoría instructores, promotores y técnicos de la cultura, escritores y artistas, el prometedor camino que seguiría el flujo artístico y literario que emanaba de las mentes jóvenes.
José Martí: “Los misterios más puros del alma se cumplieron en aquella mañana de la Demajagua, cuando los ricos, desembarazándose de su fortuna, salieron a pelear, sin odio a nadie, por el decoro, que vale más que ella; cuando los dueños de hombres, al ir naciendo el día, dijeron a sus esclavos: ¡Ya sois libres!”.
10 de octubre de 1868. Comienzo de la Guerra de los 10 años. Céspedes da el grito de Libertad en Demajagua.
En los años siguientes al triunfo de la Revolución cubana, además de sus responsabilidades como dirigente, Ernesto Che Guevara se distinguió por sus aportes al pensamiento revolucionario, derivados del análisis riguroso y de la interpretación enriquecedora de la realidad del país.