El ICAIC cumple 65

El ICAIC cumple 65

Este 24 de marzo el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos) celebra 65 años de su creación. Creado casi tres meses después del 1 de enero de 1959, su constitución reflejó el interés de los líderes de la nación por la cultura y el cine, en particular, con la promulgación de la Ley 169 del Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, en la cual se definían los propósitos y objetivos de la nueva cinematografía en el país.

“Ya se sabe porque lo han contado varios cineastas en reiteradas ocasiones: el ICAIC, en sus primeras dos décadas, funcionó también como una escuela; fueron varios los cineastas extranjeros prestigiosos que vinieron a Cuba a capacitar a los nuestros, y varios cineastas fueron enviados a diversas escuelas de cine, sobre todo europeas, para completar allá su formación y habilidades, y existía un proceso que obligaba a los futuros cineastas a pasar por la asistencia de dirección, por el documental de corto y largo metraje, antes de llegar a realizar una ópera prima de ficción. Además, existían talleres, charlas, cursos de capacitación que ofertaban los que más sabían a quienes estaban llegando al oficio y se buscaba que los principales profesionales se capacitaran en la Universidad, antes de rodar el primer plano, sobre todo en carreras humanísticas y de letras”, refiere el crítico de arte Joel del Río.

En palabras de Graziella Pogolotti: “El instrumental artístico de la contemporaneidad se puso al servicio del empeño por sacar al espectador de la modorra, de activar la inteligencia y la sensibilidad y hacerlo partícipe del descubrimiento del trasfondo oculto tras los sucesos más significativos de la época. La aventura del conocimiento se sustentaba en el disfrute de la obra hecha con rigor y sin concesiones”.

De esa formación nacieron una multitud de organizaciones decisivos en el cine cubano en las últimas décadas. El paso del tiempo no borra la impronta de los estudios de animación, el trabajo en los carteles, la Muestra Joven, el Grupo de Experimentación Sonora o la editorial asociada, por citar algunos ejemplos.

El Noticiero ICAIC Latinoamericano constituyó una muestra excelsa de ese espíritu creador, afianzado con justeza en la memoria de la creación de aquellos primeros años. Como refiere el Luciano Castillo, director de la cinemateca de Cuba: “El Noticiero rompió con esquemas (…) Tenía un ritmo muy dinámico, con una edición atractiva, que explotaba el sentido del humor en algunas ediciones. Aquí los noticieros se exhibían semanalmente en las entonces numerosas salas de la isla junto con una película, un documental, un animado y un tráiler de los próximos estrenos (les llamábamos Avances) y, no es exagerado decir que la comunicación e impacto logrado por el Noticiero ICAIC provocó que, en ocasiones, interesaba ver más el Noticiero que la película que lo acompañaba en los cines”.

Ese ejemplo no fue el único. El impulso, moderado por políticas culturales e institucionales, tuvo una dirección muy clara, consciente de sus intereses y perspectivas. En ese contexto emergieron producciones de altísima calidad respaldadas por varias generaciones de profesionales inspirados en ese primer esfuerzo épico tras 1959.

“El ICAIC producía y estimulaba la creación, pero también distribuía. Esa fue una de las grandes ganancias sociales y culturales desde aquellos años iniciales: la creación de nuevos públicos, la producción de un cine nacional que tenía como premisa el compromiso artístico y social de quienes lo hacían y la vocación -sin hacer concesiones en el discurso artístico- de llevarlo a los públicos más amplios, al pueblo”, comenta el investigador Deny Extremera San Martín.

Tales preceptos dieron lugar a la creación de otros centros e iniciativas. La fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), adscrita al Instituto Superior de Arte (ISA) y de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), en San Antonio de los Baños, cimentaron la formación de directores y productores en la Isla, así como su relación con Latinoamérica.

Como apunta el investigador Salvador Salazar Navarro:

“Resulta innegable que el ICAIC logró convertirse en una de las organizaciones más representativas de la producción cinematográfica regional, en un espacio que intentó promover una cultura crítica, descolonizada y latinoamericanista; al tiempo que fue uno de los instrumentos más importantes del gobierno cubano en sus relaciones con América Latina, de ahí que el ICAIC difundiera en Latinoamérica el punto de vista de la Revolución acerca de las luchas sociales y la creación artística. Este particular intento de articulación de un cine político regional, en contraposición a las industrias culturales tradicionales, tuvo aciertos y errores. (…) años después, la izquierda cultural cubana y latinoamericana se sigue enfrentando a muchos de los grandes retos que ya estaban presentes en los años fundacionales de la década del sesenta”.

“El cine cubano se adentró en la investigación del complejo entramado de la Isla. América Latina, entendida como patria grande, fue su referente inmediato. Estableció un vínculo orgánico con los cineastas que emergían en nuestro ámbito mayor. Con esas premisas, auspició la formación de un público que, todavía hoy, seis décadas más tarde, inclina su preferencia a la obra de nuestros creadores”, afirmó Graziella Pogolotti.

Para el especialista Gustavo Valencia esa institución es la expresión fílmica de la Revolución Cubana ha constituido un suceso único en el mundo y en la historia del cine por lo producido en los primeros años como por el tiempo transcurrido, por su radicalidad y tesón, y por la supervivencia a pesar de los problemas complejos e inesperados de índole nacional e internacional:

Alfredo Guevara, presidente fundador del ICAIC y Santiago Álvarez, director del Noticiero ICAIC Latinoamericano

“El ICAIC no es el cine cubano, aunque éste le deba mucho a dicha institución. En sus primeros años es su base y punto de partida formal. Comienzan muy juntos en una especial unidad que el momento requiere y no puede ser de otra forma, pues es la condición para poder surgir y consolidarse. Convoca y forma a un nutrido grupo de creadores, artistas y técnicos para que sean a su vez agentes de cambio con este nuevo cine al que son llamados, quienes con su talento, capacidad y compromiso obtienen los elevados niveles que ha logrado este fuerte y novedoso movimiento fílmico, que rápidamente traspasa sus fronteras y cuando se hace muy conocido a nivel internacional, el hecho mismo resulta ser el mejor indicador de lo que ha significado el ICAIC en este complejo proceso que arroja tan brillantes resultados”.

Los tiempos han cambiado, y mucho. El Instituto ya no es la institución rectora del cine cubano. Los problemas de financiamiento, las dificultades y obstáculos inherentes a ese y otros acontecimientos han atrofiado las propuestas de una organización que ha contribuido sobremanera al patrimonio fílmico universal. No obstante, tras 65 años de su fundación y aunque no con la misma intensidad, el ICAIC sigue activo.

Lázaro Hernández Rey