El Icaic, referente del cine cubano

El Icaic, referente del cine cubano

Solo tres meses después del triunfo de la Revolución, en un proceso de transformaciones complejo y acelerado, los valores fundamentales que regirían el desarrollo del cine cubano quedarían perpetuados con la fundación del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (Icaic) el 24 de marzo de 1959.

Nacido de la Ley No. 169 del Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, el Icaic asumía desde sus inicios el reto de asumir la producción cinematográfica desde la revaloración de la creación cinematográfica y el acompañamiento del proceso iniciado en 1959.

“Se trataba de crear un cine de profundo carácter nacional distanciado de los esquemas tradicionales de la cinematografía comercial. La magnitud de la proyección fue tal, que todavía hoy sigue siendo para el cine cubano la brújula de su matriz creadora”, afirma el Dr. y profesor universitario Antonio Álvarez Pitaluga.

Esa primera década, considerada como la más importante de esa institución tanto desde el punto de vista creativo como de su producción, contó con el influjo de algunos de sus creadores, inspirados por diversas estéticas, entre las sobresalen la cinematografía brasileña y francesa, así como el neorralismo italiano.

En esos tiempos se establecería la impronta de autores emblemáticos como Tomás Gutiérrez Alea, Julio García Espinosa, Humberto Solás y Manuel Octavio Gómez. Entre otros representantes, el documental vio fortalecido su aproximación a la realidad con Sara Gómez, Nicolás Guillén Landrián y Santiago Álvarez, quien desarrollaría magistralmente el Noticiero Icaic Latinoamericano.

De esa etapa quedan también el sistema de unidades móviles, el Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, la Enciclopedia Popular y la renovación de la visualidad gráfica en los carteles.

Los cambios en la economía durante la década del 70 y el influjo de la burocracia, la renovación de un paso constructivo en los 80 y el impás dramático en cada aspecto de la vida nacional durante los 90, legan un cine cubano atemperado con la realidad, mas no entregado a los menesteres inmediatos de ese presente histórico de forma irreflexiva.

Históricamente el Icaic ha marcado la evolución del cine en la nación. A 64 años de su fundación, los cambios y transformaciones deben viabilizar el trabajo desde la idea inicial de ver al cine como una creación artística.

El trabajo de la Cinemateca de Cuba, los Archivos Fílmicos, el impulso del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la fundación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba en San Antonio de los Baños (Eictv) y la Facultad de Cine del Instituto Superior de Arte en 1987 y 1988, respectivamente, constituyen propuestas que atestiguan la importancia y el rol de esa institución en la vida cultural del país.

El influjo de las tendencias actuales, no obstante, define un espacio donde los creadores no pueden perder la identidad de la cinematografía cubana desde 1959. Como afirma Antonio Álvarez: “(…) es sugerente para ellos no caer en las redes de la industria comercial del cine internacional en aras de no convertir la producción nacional en un cine hecho en Cuba, sino de seguir haciendo como hasta hoy, un cine cubano”.

En ese empeño, el Icaic está enmarcado en un contexto signado por la presencia de coproducciones ante la escasez económica, la cual, tanto ahora como anteriormente, han evidenciado otras trabas en su funcionamiento.

La financiación de las obras en las colaboraciones internacionales ha abierto desde hace tiempo un espacio donde la obra no siempre está referida a cómo nos vemos, sino a cómo otros nos ven.

Frente a ese y otros retos, el diálogo con los creadores y la renovación de las estructuras de esa institución cultural serán las herramientas más eficaces para afrontar las demandas y necesidades de la cinematografía nacional, así como de sus producciones asociadas. Todo ello, desde el compromiso inherente del arte con aquellos que lo completan en el tiempo.

Lázaro Hernández Rey